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1991

Primer año de Horacio

Gustabo le había despertado dos horas antes de lo usual para ir a volar. Como alumnos de primer año se supone que no debían tomar las escobas si es que no había un tutor de por medio, pero ambos disfrutaban de la clase de vuelo y ya de por si no dejaban a lo jugadores de Quidditch en paz de tanta insistencia que les hacían para ser parte del equipo o por lo menos dejarlos entrenar con ellos. 

Lo cierto es que no eran expertos. Apenas les dejaban elevarse unos metros, pero ambos siendo impacientes, intentaban ir más arriba, recibiendo siempre regaños de su maestra. 

La idea de practicar su vuelo sin limitaciones fue tentadora, Horacio no dudo en saltar de su cama y vestirse lo mas rápido que pudo para bajar. 

Ambos Gryffindor tomaron una escoba y corrieron hacia el exterior para poner a prueba sus habilidades. Pronunciaron la palabra para que la escoba flotara y se subieron en ella. Levitaron a tan solo unos metros del suelo como les habían enseñado. 

—Como me encanta volar —Horacio respiraba agitado entre la tensión de emoción y la adrenalina. Sus manos sudaron sobre el palo lo que lo hizo aferrarse más a él—. ¿Tu crees que si hacemos esto seguido... nos meterán mas pronto al equipo? 

—Tienen que. Mira, mira. Epaaa, como subo, eh. 

Gustabo se alzo en su escoba, mirándole desde arriba. El moreno no quiso quedarse atrás y subió junto a él. 

—Vaya vistas —observo. Al instante pareció surcarle una idea por la cabeza, pues miro a su compañero de cuarto con una sonrisa socarrona formándose en sus labios—. A que no te atreves a volar más alto. 

—¿Que no me atrevo? 

—No te atreves. 

Horacio se contagio de su sonrisa y subió bastante más, dejándolos a una gran distancia. El rostro de Gustabo se desfiguro por verlo tan arriba. El bicolor no pudo aguantar la carcajada, soltando la escoba para apuntar hacia su amigo. 

—Pero deberías verte la cara ahora mismo —grito para que le escuchara. 

En cuanto su mano volvió a su posición, la escoba se sacudió y avanzo hacia el frente. Asustado, Horacio se aferro a esta, apretando las piernas y bajando el cuerpo. La escoba ante su acción intensifico la velocidad y dio vueltas alrededor del campo. Horacio entre gritos intento controlarla, girando su cuerpo de derecha a izquierda para no golpearse con nada, o con Gustabo, que le miraba sin saber que hacer. 

—Jo... —Gustabo hizo una mueca cuando su amigo sobrevoló fuera de los limites, perdiéndolo de vista— Estamos muertos. 

La escoba se zalangoteo bajo las piernas de Horacio, dirigiéndolo por las afueras del edificio del Gran Comedor. Apenas abría los ojos intentando visualizar a alguien que le pudiera ayudar y no fue hasta que paso por el puente cubierto que pudo distinguir a alguien. 

El objeto como si le leyera la mente bajo y paso con rapidez bajo este entre las torres que le sostenían. 

—¡Ayuda! —grito. Hizo lo posible para que la escoba volviera a cambiar de dirección, pasando nuevamente por debajo— ¡Ayuda!

Una pequeña cabeza se asomo para verle. 

—¡Ayudame, por favor, no se como se para! ¡N-no se! —lagrimas amenazaron de salirse de sus ojos, su pecho preso del pánico de una posible muerte cuando la escoba giro elevándose para pasar ahora por el puente justo donde la persona. 

—¡Cuidado, quitate! —advirtio, bajando la cabeza para no pegarse contra el techo y cerrando los ojos con fuera. 

—¡Deletrius! —escucho decir de la persona, midiendo el momento en que entraba al puente. El objeto se esfumo en una nube de humo y el cuerpo de Horacio cayo al suelo con un sonido fuerte. El chico se aproximo con prisa hacia él— ¿Estas bien? 

Horacio abrió los ojos ante la pregunta, dandonse cuenta de que estaba a salvo. Por suerte había caído de lado y su hombro era el único que quizá luego le doleria.

—Estoy... bien —respondió con voz suave, incrédulo. Miro a su salvador, los ojos grises que había visto el primer día le miraban de vuelta llenos de preocupación, pasando por todo su cuerpo para asegurarse de que así era. 

Le ayudo a levantarse. Horacio se tallo los ojos, limpiándose las lagrimas que habían salido sin darse cuenta. 

—¿Seguro que estas bien? —pregunto nuevamente Volkov, recibiendo un asentimiento. Suspiro aliviado, cambiando su porte de repente a uno más recto, mirándole con la dureza de un niño de doce años— ¿Pero que hacia con una escoba si no puedes volar sin permiso? 

—B-bueno... Queria practicar un poco mas para... Para estar listo cuando abran vacantes para el equipo de Quidditch. 

—Pues mejor espérate hasta el tercer año, aun eres un niño. 

—Tu también eres un niño —cruzo los brazos sobre su pecho, ofendido. 

—Claro, pero yo no voy volando por ahí sin supervisión —respondió el Ravenclaw de vuelta—. Esto se lo tendré que decir a algún maestro, o al prefecto por lo menos. 

Se agacho para recoger un libro tirado, el Gryffindor supuso que había interrumpido su lectura. 

—Eh, no. No seas un soplón. 

Volkov fue ahora él quien frunció el ceño, abriendo la boca para contestar pero prefirió apretar los labios tragándose sus palabras y se giro, marchándose del lugar. 

—¡No seas un soplón, eh! —repitió detrás. 

Pero el otro no le hizo caso y tanto Gustabo como él, tuvieron que cumplir el castigo de limpiar todos los baños de Hogwarts. 

—Menudo soplón —murmuro entre dientes, limpiando los grifos con un cepillo—. Odio a los Ravenclaw. No, odio a ESE Ravenclaw —Gustabo no hacia más que limitarse a escucharlo resonar, divirtiéndose por la forma en la que su amigo se quejaba. 

—Menudo soplón —le siguió. 


Get Used To Me » Volkacio AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora