LIE ¦ Yoonjin

IV

«-(He caído en una mentira)-»

¿Como podía ser que aún a sus 25 años seguía obedeciendo a quien llamaba madre?

Aveces la gente le preguntaba eso.

Todos, desde compañeros hasta familiares se impresionaban al ver lo sumiso que era el hijo de los Kim, era cuestión de que su madre le ordenará algo y él solo lo hacía.

Algunas veces tuvo deseos de revelación, quería gritarle a su madre e irse dando un portazo, hacer un berrinche o no contestar sus llamadas por un tiempo por si no lo hizo antes para que hacerlo ahora que es un hombre a punto de contraer matrimonio con una mujer que solo sentía desinterés por él.

La señora Kim había hecho un riguroso trabajo, el criar a Jin como un títere que no pudiera hacer nada sin que ella se lo ordenará o autorizará. Algunas personas pensaban en ella como una mujer macabra, una bruja pero ella se consideraba como una madre excelente que hacía lo que se debía hacer.

―Jin hijo ¿Estas listo? ―la mujer apareció detrás del chico y se acercó hasta quedar enfrente para de él arreglar su corbata como lo hacía cuando era un pequeño niño.

―Si madre, estoy nervioso. No quiero arruinarlo ―Jin sentía que sus manos sudaban y su pulso se aceleraba.

Así se siente la emoción. Pensó.

―No lo arruinaras porque eres un Kim y ante todo somos perfectos ―la mujer ya con aspecto mayor terminó de acomodar el saco de su hijo y antes de retirarse le advirtió que ya era hora de salir.

Era el día de su boda, su futura compañera de vida, Mina, era hija de una de las amigas de su madre. Realmente no conocía muy bien a la chica pero prefería decir que "Si" antes que un "No" frente a su progenitora.

Lo que él quería y deseaba dejó de ser una prioridad hace mucho tiempo atrás.

Mientras esperaba a la novia en el altar dio un vistazo a los invitados pero no halló a quien buscaba, la tristeza no tuvo tiempo de llegar porque al aparecer la novia su atención fue directo a ella.

Mina, como le informaron que se llamaba, se veía presiosa, Jin podía desarrollar algún tipo de cariño hacia ella aunque en el fondo parmanecia recuerdos del verdadero dueño de su corazón.