CAPÍTULO 3

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JUNGKOOK:

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JUNGKOOK:

La debilidad es mi mayor molestia, por ello ignoro el escozor de la herida en mi hombro.

No me inmuto, tampoco me sorprendo. Para un guerrero de la Corte Roja es normal tener el cuerpo cubierto de cicatrices.

Todas ellas mostrando las victorias de un clan sangriento.

Además, es en medio de cada batalla donde me gusta repartir mi violencia.

Y ten por seguro que mis contrincantes no viven para contarlo.

La sangre en la espada es fácil de limpiar, mientras las manos de la enfermera atienden la herida.

Las voces masculinas se entremezclan en la sala de conferencias. Lugar que usamos para reunirnos luego de los encuentros amistosos con el enemigo. Namjoon es el jefe a cargo del clan y felicita a todos por la victoria que alcanzamos hoy.

—Buen trabajo, chicos; una vez más hemos salido ganadores. Espero que los Alfas de Noseroc no se atrevan a desafiarnos de nuevo —escupe.

Los demás gruñen y vitorean en respuesta.

—Jefe, ¿se nos dará algún presente esta vez? —pregunta Rhysan y reímos.

Con presente se refiere a Omegas. Esos que ninguno tiene permitido tocar, excepto yo, es obvio. Ser el mejor guerrero me ha otorgado muchos privilegios y ese es uno.

—Tal vez... —sus palabras se cortan con la conmoción que resuena en el pasillo.

La puerta es abierta con brusquedad y vemos entrar la figura de Hoseok, este jadea agitado.

—Siento la tardanza pero he encontrado algo fascinante.

—Lo dudo —murmuran a mi lado.

Y es que Hoseok es contrario a todos, de baja estatura y complexión delgada, nada de músculos o abdominales, mucho menos presenta preparación para luchar; por eso es el encargado de recolectar comida a las afueras de Aminour.

—Tienes la audacia de llegar tarde y también interrumpes.

—Lo sé y lo siento —levanta las manos, tratando de no parecer nervioso pero vemos el sudor bajar por su frente—. Pero valdrá la pena, lo prometo.

Namjoon lo mira por un largo rato, y cuando menos lo esperamos, asiente.

—¡Bien! Esperen aquí, no tardo.

—Que perdida de tiempo —los murmullos y las protestas no se hacen esperar.

Yo sigo limpiando mi espada sin entrometerme. No me interesa. Hace mucho aprendí a ocultar lo que verdaderamente siento, ya sean pensamientos o deseos. Sin embargo, es la primera vez que eso está por cambiar.

Hoseok vuelve a irrumpir, pero ahora no viene solo. Arrastra consigo a un chico pequeño y delgado; está amordazado y alrededor de sus muñecas hay una cuerda apretada. Mis ojos gravitan hacia su ropa: rota y cubierta por el barro, pero no es cualquier vestimenta sino...

El deseo del Alfa ⟡ KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora