TAEHYUNG:
Estoy muy confundido y asustado. Mi mente no se detiene, nublada por preguntas caóticas y difusas:
¿Dónde estoy? ¿Por qué me trajeron aquí? ¿Quiénes eran aquellas personas de dura y dominante apariencia? ¿Por qué de repente siento mi cuerpo débil y cansado? ¿Qué eran esos aromas intensos penetrando mis sentidos?
No hallo una explicación, nada tiene sentido en mi cabeza.
Mirando alrededor, advierto que estoy en un tipo de cabaña bastante espaciosa y rústica. Las paredes son de roble y no hay muchos muebles en las proximidades –por lo menos no en esta habitación–, solo la cama en el centro y un armario un poco apartado. Mi mirada gravita y se detiene en una espada alargada sujeta en la pared, el puño es negro y su filo parece mortal.
Un escalofrío recorre a lo largo de mi columna vertebral, tanto por el miedo que manifiesto como por el aire gélido que circula a través de este sitio. Frío. Mucho.
Lo único que hay claro en mí es el temor que se enciende furioso en el fondo de mi vientre. El peso de su mirada oscura cae encima de mi cara, esa mirada que no para de evaluar hasta el mínimo gesto que hago. No ha dejado de sujetarme por el mentón, obligándome a mirarlo.
Incluso si quiero romper el contacto visual, no puedo. Él es apuesto a pesar de su bestialidad, con un rostro marcado por la sublimidad y labios estirados en un tipo de sonrisa misteriosa, pero lo que más llama mi atención es la herida en su hombro, grande y sangrante; un corte irregular en medio de la piel pálida que seguramente debe doler horrores. Aunque su semblante impasible no da indicios de ello.
De seguro está más que adaptado a recibir estas heridas, pienso con los ojos muy abiertos. De inmediato mi pulso tartamudea en mis venas, no hay duda de que es un hombre muy peligroso.
Cuando pregunta mi nombre, opto por guardar silencio. Estoy siendo precavido, no lo conozco y estoy seguro de que con el más mínimo movimiento de su muñeca, me arrebataría la vida y no podría hacer nada para impedirlo.
Él no es diferente a aquellos de trajes negros, también busca el momento ideal para saltarme encima, para dañarme; si no, ¿por qué más me traería hasta esta cabaña después de reclamarme suyo?
Sin embargo, observo la profundidad en sus ojos negros y veo algo que no esperaba encontrar: compasión. Entonces, asegura que no me dañará y sé que no debo confiar –ni en él ni en nadie–, pero mis labios se mueven por sí solos, otorgándole la respuesta que quiere.
A la mención de mi apellido, su semblante se ensombrece, la bondad es opacada por algo más oscuro. Me estremezco en mi lugar.
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El deseo del Alfa ⟡ KookV
أدب الهواة❝Mi deseo era peligroso, lo tomaría todo❞ En el momento en que lo vi, lo quise para mí. Tan pequeño e indefenso, un Omega de la realeza con sangre pura y azul corriendo por sus venas. Me temía, no era de extrañar; era un Alfa que pertenecía a la...