4

55 2 2
                                    

10 pm. Sophie no puede dormir y hace 1 hora que no deja de llorar. Probé cantandole una canción y nada. Luego con la tv y nada... Estoy muriendo de sueño y no sabemos cuidar una bebé. Wow.

-George, ¿alguien te dejó pañales?
-No...- me decía asustado y mesiendo a Sophie.
-Dios mío... ¿Ahora qué haremos?... ¡ah! ¿y si llamas a alguien?

Tocan la puerta
-¿Quién es?...- me mira asustado. Pobrecito. No sé qué hacer, tampoco qué decir. Parece un niño pequeño. Un pequeño George con miedo a que le suceda algo malo, a que lo castiguen.

-Nosotros. Abre la puerta.

Unos señores de entre 50 y 60 años entran al apartamento.

-¿Dónde está Sophie?- dice el señor.
-La estamos cuidando.
-¿Estamos?- Pregunta ella.
-Sí, mi novia y yo.

Mi novia. Que bella es la vida.

-Tráela. Nos llevaremos a Sophie.
-No. -dice firme. - Es mi hija y yo soy el único que tiene derecho sobre ella.
-¡Toda es tu culpa! Eres un maldito, no sabes en que lío te has metido. -decía la tal madre de Beatrice.
-¿Mi culpa?, lo siento, me disculpo por haber tenido una hija tan perra y deshonesta. Ella me dió lo más bello del mundo, pero no significa que sienta lástima, es más, ella dejó de existir para mí en el momento que se alejó.
-¡¿Cómo te atreves?!- El hombre se abalanzó sobre George.
-¡Paren! No es el momento ni el lugar.
-¡Tú cállate!
-¡Grace! Bueno, tarde o temprano tendrás que pagar lo que hiciste, infeliz.

La pequeña volvió a llorar, la tomé y me la llevé a la habitación de George. La tendí sobre la cama y la cubrí. Le hablé de nuestra relación con George, como si supiera todo de la vida.
-....Tu papi es todo para mí. Me gusta saber que siempre va a estar para mí. Oh sí pequeña...-me sonríe como si entendiera...- tu también tendras novios... pero papi y yo no siempre lo permitiremos- le digo sonriendo y ella se pone inquieta- porque querremos siempre lo mejor para tí pequeñita hermosa...

Siento que la puerta se abre minutos después, era George, su rostro cansado hizo que me levantara rápido de la cama. Miro la hora: 23.12.

-Amor... ¿Qué ha...

Me interrumpió y me esta abrazando como nunca. Muy fuerte.

-Amor mío...- dice llorando...- Amor... perdóname. Sólo perdóname por no haberte dicho nada de esto...Por favor cuidémosla... -La mira con compasión máxima, como cualquier padre orgulloso, me emociona y mis lágrimas no tardan en caer.

-Llevo 4 horas con ella y ya siento que es parte de mí... - suspiro lentamente - Es como tú... tan linda, tan pasiva, tan... no sé... es idéntica a tí.

-Te amo.
-Yo más... aún más de lo que te puedas imaginar.
-Ah... los pañales, los abuelos de Sophie me trajeron.
-¿La cambias tú? -le digo entre risas.
-¿Por qué no mejor los dos?
-Mmmm....
-Me gustas tanto...

Le guiñé un ojo. Comenzamos limpiando y cambiando a Sophie. Luego nos dormimos con ella al medio.

-Nuestra pequeña es hermosa.
-¿Nuestra?- le respondo.
-Por supuesto que sí.

Creo que estaba muy cansada. Me levanté y Sophie no tenía leche. ¿Tendría que alimentarla yo? No, eso me asusta. ¿Pechos irritados? Oh no. Busqué en la cocina y encontré leche líquida. La calenté en una olla y me sentía como toda una dueña de casa. Me sentía bien, pero algo faltaba. No. Mierda. No. No. Por favor. No ahora. No.

-¡¿George?!

Busqué por toda la casa. No estaba. ¿Se fue? No dejo ninguna nota, nada. Su celular no suena llamando. Dios.

Sólo Ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora