"El grupo de Atrás"
"No insistas en lo que hace daño " »Ricardo Arjona«.
ACTUALIDAD
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¿Qué haces cuando es la vida misma la que te golpea, y acabar con ella parece aún más doloroso?
Duele...
Duele descubrir esas razones, las mil y una justificaciones que te encuentras a diario para contradecir la frase que suena tan absurda ahora. Porque, cuando arruinas todo con un solo error, te pasas el resto de los días inventándote curas imposibles. Estás tan enfocado en buscar remedios que acabas desangrando jardines, entregando flores marchitas y confundiendo ternura con lástima. Lástima, esa que ves en los ojos de todos cuando te observan.Sabes que no has hecho más que insistir en lo que hace daño en aquello que te consume.
Una tristeza aguda me envuelve mientras escribo, pero es patética. Más patética aún es la mentira que me digo: que algún día seré perdonado. La verdad, lo único que me queda es aprender a vivir solo. Si es que me quedan las agallas.
—Te felicito, Alexander. Siempre tan profundo, pero cada vez más lúgubre —comenta el profesor Mauricio, su mal francés impregnando el aire con una sonrisa apenas visible, genuina pero molesta. Me devuelve a la realidad con su tono seco.
—Gracias —respondo sin muchas ganas mientras camino de vuelta a mi asiento, sintiendo sus ojos clavados en mi espalda como cuchillas. La clase sigue, pero mi mente ya está lejos de esta habitación.
Valeria se levanta justo después de mí, su habitual arrogancia presente hasta en la forma en que se mueve. Antes de pasar al frente, lanza un comentario que apenas escucho:
—Ni sé quién es ese tipo que mencionas, pero siempre logras hacerme recordar lo mierda que es la vida.
Sonrío de lado, más por la ironía de su comentario que por el intento de desquitarse. En literatura, es lo de siempre: la dinámica entre el profesor Mauricio y Valeria es casi una comedia en sí misma. La forma en que ambos se esfuerzan por comunicarse en idiomas que no dominan le da un aire ridículo al aula. Como si ambos fueran titiriteros controlando muñecos rotos.
Pero, como siempre, es la rutina lo que me mantiene en pie. Las palabras que se intercambian en este lugar son solo ruido de fondo.
El timbre de la clase suena y todo parece disolverse en un suspiro colectivo. Valeria sigue peleando, sin darse cuenta de que el mundo sigue girando mientras ella discute sobre minucias. La jalo del brazo antes de que su batalla se convierta en un espectáculo más grande de lo que debería.
—Ya basta, cállate —la corto con un tono más severo de lo que pretendía.
Caminamos en silencio hacia los dormitorios. Pasamos por los cuartos de Daniela y Nohemí, cuya puerta —gastada pero aún elegante— apenas está colgada por las bisagras. Daniela siempre me fascina por su capacidad para tener la agenda llena de responsabilidades inútiles que le permiten saltarse las clases. Nohemí, por otro lado, es solo una extensión de esa rutina. Pero las admiro, en parte porque su habilidad para evitar el aula es casi envidiable.
Justo cuando íbamos a tocar la puerta, esta se abre con un golpe seco, y Daniela aparece en el umbral. No tengo tiempo de apartarme, su cuerpo me empuja, y terminamos en el suelo. Mi espalda impacta con fuerza contra el piso, pero antes de poder reaccionar, siento su peso sobre mí, su respiración entrecortada a centímetros de mi rostro.
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ᴘᴀʙʟᴏ ᴄᴏʀʀᴇᴀ sᴄʜᴏᴏʟ [ #2023/4 ᴠᴇʀsɪóɴ ] /BORRADOR/
Ciencia Ficción-"Bueno, se te torturará un poco más, y tal vez te abandonen en algún lugar desolado de un país remoto, pero al final serás libre".- . ...