Jiang Cheng le vio allí, tan etéreo y perfecto en medio de las flores divinas. Él no lo sabía, pero Zewu-Jun se convertiría en su luz. Si tan sólo no le hubiesen partido en dos, todo podría haber sido diferente.
Lan Xichen quemaba sus ojos, pero Lan...
Advertencias: Maltrato psicológico por un familiar (esto es muy enserio). Afectación psicológica. Menciones de gore. Este capítulo puede llegar a ser bastante duro mentalmente hablando, así que no lo lean si aquello puede afectarles a nivel personal. Su bienestar es importante.
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— Sólo alguien mediocre se sentiría orgulloso de lograr tan poco en comparación a los demás — Musitó la reina de la envidia... — Eres decepcionante, patético y débil.
"No entiendo lo que en verdad deseas de mí... ¿Qué hice mal?"
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— Gongzi, sus manos están temblando.
El fiel sirviente cadáver tendió un vaso de licor a su maestro, el cual lo bebió de un sólo movimiento. Sus lustrosas túnicas negras llegaban hasta el suelo, de manera que los bordados rojizos de cuervos y frutos estaban manchándose con el polvo presente en las gigantescas montañas de piedras circundantes al campo de entrenamiento del rey de la ira.
Desde las alturas, dos demonios y un cadáver feroz miraban a los tropas realizar sus rutinas, una y otra y otra vez, sin quejarse por el hambre, la sed o el cansancio. Una verdadera lástima, había pensado el rey de la lujuria en muchas ocasiones, pues si no cedían ante los deseos más urgentes ¿Qué posibilidad había de que cayeran en la tentación de yacer con alguien más y usar su fortaleza en algo que no fuese destruir enemigos?
Los humanos presentes en los ejercitos de la tierra eran tan fáciles de desviar hacia el sexo, tan poco disciplinados y carentes de afecto la mayoría del tiempo, pero con mucha energía que extraer. Aunque eran bastante aburridos bajo la perspectiva del Patriarca, ellos consistían en una de las mejores fuentes de alimento para los recién convertidos de su casta y eso era innegable.
Los guerreros del infierno, por el otro lado, eran moldeados de una manera tan brutal en los laberintos y en los campos de Nie Mingjue, que ninguno consideraba que cualquier deseo no relacionado a la batalla, a la muerte o la victoria de su casta y especie importara en absoluto.
Wei Wuxian había encontrado fascinante esa programación mental tan disociada de las necesidades físicas tan pronto fue capaz de notarla, pues era enteramente diferente a su propia naturaleza, pero ahora mismo la odiaba.
La detestaba con toda la fuerza que su alma oscura podía emanar, porque en aquel terreno arenoso en el centro de las gigantescas formaciones rocosas, su hermano recién reclutado prácticamente se estaba destrozando por todo el esfuerzo físico y mental que llevaba ejerciendo desde hace días, sin una gota de agua, un trozo de alimento, un mínimo descanso o, al menos, una sombra para ocultarse de los inclementes soles ardientes y eternos de ese lugar.
Unas horas antes, cuando Wen Ning llegó con su informe sobre los nuevos enlistados en las tropas de la ira, Wei Ying sintió que todo su mundo se encogió a aquellas palabras grabadas en ese pergamino.
