4. espías.

188 26 38
                                    

Jaemin nunca ha sido mucho de romper las reglas. No porque fuese alguien correcto, sino por miedo. Miedo a ser descubierto, miedo a ser regañado, miedo a decepcionar a sus padres. Jamás salía de su rutina diaria basada en ser el hijo perfecto de sus padres que poco menos podía llegar a ser considerado un robot.

No obstante, aquí estaba ahora, rompiendo muchas de sus reglas impuestas, cometiendo casi un acto ilegal al seguir a un chico por más de cinco manzanas como un acosador. Había roto su promesa de esperar a Jisung en la feria, pero esto era más importante... Aunque las cosas no hayan salido como él esperaba.

La mirada que Jeno le propagó le intimidó de tal manera que no supo cómo reaccionar. Sus ojos se clavaban sobre su persona, pétreos. Jaemin sintió debilitarse con ellos, como si tuviese algún poder sobrenatural con aquel efecto. Se quedó petrificado en su lugar, con la mente en blanco, y sus ojos fijos sobre Jeno, aterrorizado. 

—¿Otra vez tú? ¿Por qué me sigues? —espetó con un disgusto que no se molestó en disimular.

Aquí entraba la peor habilidad de Jaemin: hablar. Podía escribir párrafos enteros con una redacción impoluta, versos y estrofas de poemas o canciones con un vocabulario tan complejo como los más grandes poetas —no tan impresionante, en realidad—, pero cuando de verbalización se trataba, balbuceaba como un infante que recién aprendía a hablar.

—Yo... No... Para nada... No te estaba...

Jeno dio un paso hacia adelante y Jaemin se encogió en su lugar, listo para recibir una paliza de su parte.

—...Siguiendo... —Terminó la frase en un susurro que solo él pudo escuchar.

Jeno chequeó su aspecto. Descendió desde sus ojos, para analizar el resto de su persona. Repitió el mismo proceso, para terminar por donde empezó. Jaemin se sintió vulnerado ante aquella mirada juzgadora. 

—Llevas más de seis manzanas caminando detrás de mí, y he andado en círculos por dos. ¿Me tomas por tonto, acaso?

Estaba enojado, muy enojado. Tenía dos opciones: o huía, o se ponía los pantalones, inventaba una buena excusa, y huía.

Cerró los ojos con fuerza al no saber qué hacer. Las dos ideas eran igual de malas, ¿verdad?

Definitivamente. Porque huir ya no era una opción.

—Primero en el baño diciéndome que soy el chico de tus sueños, y ahora esto. Eres raro, muy raro...

—Mira, yo de verdad... De verdad no te... —carraspeó su garganta al advertir el exagerado temblor en su voz. Dios, esto era tan vergonzoso... un susto más y se mearía los pantalones, y no, no estaba exagerando. No es la primera vez que le sucede que tiene tanto miedo que termina con los pantalones mojados. Sus pesadillas eran evidencia de ello—. No te estaba siguiendo. Solo iba a la escuela y me perdí... —Se amó por unos segundos por haber inventado una excusa tan buena. Tomó confianza, e iba a continuar, pero la sonrisa ladina y arrogante que Jeno esbozó lo devolvió al inicio.

Jeno dio otro paso hacia adelante, y Jaemin uno atrás. Al tener una estatura casi igualada, sus rostros equidistaban al encontrarse ambos frente a frente, haciendo que el choque de miradas que compartían en aquel momento fuese aún más intenso. Jaemin tragó saliva, nervioso. 

 —Si te pillo una vez más... —susurró contra él. La distancia que compartían no era mucha, por lo que Jaemin pudo sentir su aliento chocar contra su piel—. Llamaré a la policía, ¿oíste?

No tuvo otra reacción sino la de asentir vehementemente con la cabeza. Jeno se alejó de él por fin y ni cuando se salvó de ser pillado por sus padres haciendo algo que no debía se sintió tan aliviado como este momento.

tornerai (volverás) ー nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora