5. una bienvenida no tan bienvenida.

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Jaemin jamás había pasado una vergüenza como esta. Solía ser un poco torpe y, de hecho, en distintas ocasiones se ha visto siendo el hazmerreír del público por algún despiste suyo, sin embargo, nada era comparable a este momento, a este silencio tan sepulcral, a esos ojos penetrando hasta lo más profundo de su ser junto a una expresión de sorpresa que le hizo desear ser tragado por la tierra y escupido bajo las sábanas de su cama.

Incluso cuando se puso de pie fue traicionado, tambaleándose y tropezando con sus propios pies a pesar de no haber dado un solo paso. Y como si no hubiese sido suficiente, cayó directamente sobre el pecho del guitarrista quien en un acto reflejo lo sostuvo de los brazos para evitar que volviese a estamparse contra el suelo.

Su vista se alzó para ser envuelto por esos ojos pétreos que suscitaban en él una sensación tan inusual que juraría ser el único que puede percibir aquello en alguien tan despreciado como Jeno. Una sensación de amabilidad, de familiaridad, que le hace pensar «Yo a él lo he visto en alguna parte...».

Pero esa sensación perduró por unos cortos segundos, pues Jeno no tardó en empujarlo y mantener distancia apenas tuvo el valor de reaccionar.

 —¿¡Tú otra vez!? —exclamó. Bufó con hastío, lo que hizo que Jaemin saliese de su ensimismamiento para volver a centrarse en el lugar y situación en la que se encontraba.

Había tres chicos mirándolo entre estupefactos y confundidos, y uno de ellos tan enojado que en cualquier momento podría salirle humo de los oídos.

Su única reacción fue una risita nerviosa.

¿¡Ahora cómo lo explico sin sonar como un loco!? Se quejó por dentro.

Ay mierda, ahora sí que me van a poner una denuncia por acoso.

Lo primero que se le vino a la cabeza antes de que Jeno lo atestase a preguntas, o aún peor, acudiese a los puños, fue a dar unos pasos atrás.

—Yo...

—¿Nos estaba espiando? —preguntó el chico de cabello largo y bicolor.

—¿No? ¡No! —exclamó, algo demasiado alterado para su gusto—. No estaba espiándolos, yo solo pa-pasaba por aquí y... —La voz le tembló del miedo al ver como ninguno apartaba la vista de él, ni siquiera el gatito que descansaba en el sillón, que se había levantado y lo observaba con la cabeza inclinada—. En fin, que no importa, mejor me voy... —Se giró rápidamente, pero antes siquiera de traspasar el umbral, Jeno lo toma de las ropas y lo devuelve al estudio, cerrando la puerta tras él y acorralándolo contra ella. Ambos brazos llenos de tatuajes a los costados de su rostro.

Jaemin tragó saliva cuando sus ojos oscuros se encontraron con los suyos, temiendo por su vida, como si de pronto pudiese leer cada uno de sus pecados. Los nervios llegaron a su auge al percatarse de la manera en la que Jeno lo estaba observando, con cuidado, minuciosamente como si estuviese memorizando cada uno de sus detalles. Pasó de sus ojos a su cuerpo; de su cuerpo a sus ojos y allí se detuvo.

—¡Jeno! —Oyó decir de parte del chico con el cabello de dos colores—. ¡No seas tan violento!

Hizo caso omiso a su reprimenda, y no se separó ni un solo centímetro de Jaemin, quien en cualquier momento partiría en llanto del miedo. Se sentía pequeño e intimidado delante de ellos, sobre todo delante de él.

—P-por favor... No me hagas nada... Te juro... Te juro que no los estaba espiando...

—Jeno, ya déjalo. Dijo que no estaba haciendo nada —saltó otro chico de cabello castaño y piercings. Se notaba la irritación tanto en su tono de voz como en su expresión.

tornerai (volverás) ー nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora