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Capítulo veintiuno.
Ethan Spencer.
La veo caminar, acercándose a la casa. Rápidamente mi mirada se queda en ella, y en aquel rastro de lágrimas que adornan su cara de una manera agria y cruel.
Se queda frente a mí, no dice nada, solo se queda allí parada.
No puedo evitar sentir culpa, ¿Tanto la eché a un lado como para causar ese sentimiento en ella? ¿Como para que se cansara y abandonara todo de esta manera?.
Pensaba que todo se iba a arreglar, que iba a llegar a casa y que discutiría con ella, y después compartiríamos un momento en pareja, pensé y supuse demasiado... Y fue eso lo que me llevo a tener dicha desesperación... Desesperación al imaginar que las cosas no se pueden solucionar, y más cuando soy yo quien más culpa de esto, carga.
Si tal vez hubiera decidido trabajar a su lado, mientras la veía dormir, o si quizás hubiera subido a hablar con ella después de llegar del bar, si hubiera actuado de la manera correcta cuando me halló en una situación fácil de malinterpretar... Son demasiados "hubiera" en esto, y todos los sumo yo.
Mi desesperación empieza a abandonar mi cuerpo cuando la veo parada frente a mí, sin embargo, no puedo evitar que mi corazón se oprima latiendo de manera desenfrenada.
Un rechazo cruel y directo, era lo que merecía, y era lo que esperaba.
Mas para mi sorpresa, no puedo evitar quedarme perplejo cuando, llamándola me acerqué a ella, y al aferrarme a su cuerpo, el de ella también se aferrara al mío.
--Tengo tanto miedo, Isabela-- confieso. --Yo no te quiero perder, mi amor.
--Creo que ya lo hiciste, Ethan-- no puedo evitar aferrarme a ella y al olor de su cabello después de escuchar sus cortas, pero destructivas palabras.
--Yo estoy seguro de que lo podemos solucionar, Isabela, solo... Hablémoslo-- le pido con mi corazón machacado, negro y un poco lleno de escarcha de frío, pero mi corazón... Mi corazón en sus manos.
Nervioso, bebo un sorbo de jugo, y una vez escucho que Valentina cierra la puerta, ella se sienta frente a mí, con una mirada neutral poco característica en ella, y que, en mi situación, la interpreto como poco favorable para mí.
Me observa en silencio, y yo dejo el vaso de jugo en la mesa. --¿Sabes?... Nunca había usado este término, pero siento que estoy teniendo un choque de energía-- arquea una ceja ante mis palabras. --S-Sí... O sea, tu casa es tan acogedora, tiene una energía y un olor... Es muy tranquilizante para mí, pero tu mirada... Tu mirada me asusta un poco.
