CAPITULO III

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- Un gusto saludarla señorita Laila-  dice una voz familiar de tras de mi.

Al voltear puedo ver que se trata de Nathaniel, el hijo del Duque. Con una sonrisa falsa le devuelvo el saludo.

- El gusto es mío.

- Dígame, ¿es que a caso no tiene usted originalidad?- dice él mientras me escanea con la mirada.

- Quiero decir, ¿realmente era necesario usar el mismo vestido que mi hermana menor? - añade con una risa burlona.

- Pues si tanto le disgusta; bien puede ir y comprarme otro vestido en este preciso momento.

Se que es mi prometido, pero no por eso tengo que aceptar sus molestos comentarios.

Decido alejarme atravesando una de las puertas que da hacia uno de los balcones del palacio para tomar un poco de aire fresco.

El banquete apenas va empezando y ya se me hizo una eternidad, admirar el paisaje desde el palacio es algo muy tranquilizante. A muchos les da miedo el bosque de Freyja, mientras que a mi me resulta atrayente, hay algo en él que siempre me ha llamado la atención, incluso desde que era niña.

Mi padre ha sido de los pocos que se ha adentrado a las profundidades del bosque y salido con vida, él solamente nos deja estar a las orillas del bosque en donde no corremos peligro, ahí es en donde nos entrena, cada vez nos adentramos un poco mas en el bosque ya que según mi padre es para que nos familiaricemos con éste en caso de una emergencia, nunca nos adentramos solos, siempre entramos los tres o alguno de los dos con nuestro padre.

Cansada de estar aquí saco la soga que estaba escondida en la falda de mi vestido y procedo a atarla en uno de los bordes del balcón. Antes de bajar procedo a quitarme el vestido quedando solamente con mis botas, pantalón de cuero y mi blusa blanca, mi hermano y mi padre al ser hombres no cuestionan sobre que es lo que llevo debajo de mi vestido, además de que es muy fácil sobornar a las doncellas que me ayudan al momento de cambiarme para que no digan nada.

Arrojo el vestido por el balcón para posteriormente esconderlo entre los arbustos, pego carrera hacia el jardín del palacio evitando ser vista por los guardias, soy ágil y de baja estatura así que me es muy sencillo esconderme, además de que el jardín parece más un mini bosque que otra cosa.

Logro llegar a la entrada en donde se encuentran todos los carruajes estacionados. Al entrar al mío; saco mi capa y mi espada las cuales metí debajo de mi asiento antes de subir al carruaje.

Al asomarme veo que hay muchos guardias y que los muros son muy altos como para escalarlos sin una soga.

Al salir de mi carruaje me acerco a otro para liberar a uno de los caballos y asustarlo un poco para que me sirva de distracción.

En cuanto los guardias salen corriendo tras el caballo yo me pongo mi capa y me dirijo a la salida del palacio.
Esta salida va por un camino que da directo con el bosque, es por donde usualmente se recibe mercancía y es también desde donde parte el carruaje imperial cuando tiene que salir del imperio.

Ya se que dije que nunca entramos solos al bosque, pero eso es lo que mi padre cree, tanto Zelen como yo hemos entrado varias veces solos para entrenar, esta vez no será algo diferente, solo quiero liberar el estrés.

Al salir me dirijo corriendo a uno de los puntos de entrenamiento que tenemos más cercanos al palacio.

Después de estar practicando con la espada decido tomar uno de los arcos que tenemos en el área de entrenamiento, al soltar la flecha veo como se desvía por mucho de mi objetivo.

- Mierda – digo apretando la mandíbula.

- Ese disparo fue terrible, mejor sigue con la espada, se te da mejor- dice una voz que se escucha detrás de los árboles.

LiriabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora