Capítulo 2

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~ Atenea Rinaldi ~

La satisfacción de saber qué has logrado uno de tus muchos sueños, es una sensación muy agradable y que no todas la personas pueden permitirse, porque deciden que los sueños son solo eso, sueños y que es mejor no intentar ir por ellos, que arriesgarse y no lograr nada. Tengo la certeza de poder decir que muchas personas tienen una vida aburrida al no arriesgarse al proponerse una meta en vida, pero muy bien se sabe que la vida hay que vivirla como si fuera el último día de nuestra existencia, de lo contrario nos quedaremos con la pregunta del ¿Qué pudo ser? Bueno eso es muy irónico de mi parte...

- ¡Vamos Atenea! - Lía suelta en un tono de voz chillón.

Hace más de un mes, exactamente desde octubre Lía y yo hemos estado planeando unas vacaciones muy bien merecidas. Todo el año estuvimos ocupadas, con agendas demasiado llenas como para apenas poder tomar un respiro, entre otras cosas que nos quita tiempo para convivir un momento juntas. No me quejo de nada, solo quiero compartir con mi mejor amiga y se que ella también desea lo mismo que yo. Es por eso que nuestras vacaciones serán en Rusia, un país muy hermoso, con lugares muy hermosos por visitar como: La Plaza Roja, La Catedral de San Basilio, Museo Hermitage, entre otros lugares que posiblemente conozcamos estando ahí.

- Cálmate, no tenemos prisa por llegar - Bajón la maleta de la cama - Falta más de dos hora para que el avión despegue.

- Exacto, en esas dos horas pueden ocurrir varios percances y así ya no podremos ir a Rusia y si no voy a Rusia me deprimiré - Suelta un suspiro dramático - Tú más que nadie sabe como soy cuando estoy deprimida - Espeta mientras me señala con un dedo - En especial cuando lloro.

- No, no quiero verte llorar y más si eso incluye mocos por todas partes - Un recuerdo en especificó hace que mi rostro se arrugue con disgusto - No es bonito cuando alguien te tira una bola de papel llena de mocos y por accidente esta aterricé en tu boca.

- ¡Oye! - Me lanza una gorra de lana - Prometiste nunca volver a hablar de eso, pero no niego que fue divertido... tu cara... - Una carcajada interrumpió lo que iba a decir - Como saliste corriendo al baño... - Otra carcajada se escucho después de esa frase.

- No entiendo que es lo gracioso - La observo con el semblante serio.

- No seas aburrida Tee - Deja de reírse mientras se limpia una lágrima con la llena de su dedo índice - Fue mi divertido ver tu reacción.

- Ya, cambiemos de tema - Comienzo a caminar fuera de mi habitación con Lía detrás de mí - ¿Qué sucedió con el rubio?

- Estaba guapo no lo pienso negar, pero... le hacía falta algo - Un bufido se escucho detrás de mí - Si, follamos y todo eso e incluso me dijo que me quería, pero lo sentí todo muy rápido - hace una pausa algo larga - Sabes, yo quiero un hombre que me domine, que tenga ese aura de que si no haces lo que él quiere te castigaría de una forma muy placentera, pero... Izan no es ese tipo de hombre, él es muy... no se como explicarte... su personalidad es demasiado tranquila... - Hace otra pausa, detengo mi caminar y doy media vuelta para observar a Lía - Por eso decidí ya no seguir saliendo con él, no me arrepiento por eso, se que pronto encontrará una mujer que si quiera estar con él por lo que es.

Me acerco a ella para brindarle un abrazo.

- Creo que fue la mejor decisión - Nos separamos después de unos segundos - Ademas eso fue muy valiente de tú parte.

- ¿Por qué lo dices? - Interroga con extrañeza.

- Porque no cualquier persona es capaz de hacer eso.

Lía solamente me brindo una sonrisa a la cual yo correspondí con otra. Retomamos nuestra caminata hasta llegar a las escaleras en forma de caracol que nos llevaba en dirección a la sala de estar en donde se encontraban mis padres. Estando ahí papá se acerco a mí para abrazarme como siempre lo hace cada vez que viajo.

Fruto prohibido [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora