~22~

701 50 12
                                    

Narra Kazutora


Mientras nos encontrábamos esperando en el callejón junto al edificio, Draken recibió un mensaje en su móvil, el cual decía: "Ya está hecho". El más alto sonrió y asintió mirando a Mikey, quien caminaba lentamente delante nuestro guiándonos, aunque realmente no entendía qué era lo que sucedía y los seguí simplemente por aquel oscuro pasillo, donde una titilante luz nos dio la bienvenida. Al parecer, Hanma había dejado la puerta trasera del edificio destrabada, la cual daba a una enorme cocina, por la cual entramos rápidamente, encontrándonos con algunas personas allí.

Los muchachos maniataron a cada unos de los trabajadores y les quitaron sus móviles, mientras los demás entrábamos cautelosamente, vigilando los alrededores.

Todo pasó tan rápido que a penas si puedo recordarlo, sólo tengo en mi memoria ver hombres vestidos de traje completamente armados, a quienes golpeé e incluso disparé. Escuché gritos y ruidos de disparos, muebles golpear, sangre en el piso, en las paredes y en mis manos, que temblaban, aunque continuaba actuando de forma automática. El ruido era ensordecedor pero lo único que hice fue seguir a Mikey en cada paso, escaleras arriba, hasta llegar a un pasillo en cual había dos guardias disparando junto a una puerta y luego silencio, pero una grave voz se escuchó desde adentro de aquella habitación.

— ¡Tenemos a tu chica, Hanemiya! ¡Ven por ella pero deja tus armas! 

Claramente era la voz de Ran Haitani. Mikey me miró serio y negó con su cabeza, y claro que tenía razón, entraría directo a la boca del lobo si lo hacía, ya que tampoco sabía si era cierto que Runa estaba allí dentro. Sentí una fuerte mano sujetar mi hombro y al voltear vi a Keisuke, quien se colocó junto a Mikey. Ambos me miraron y sonrieron de forma cómplice, comenzando a correr hacia la entrada de aquella habitación saliendo del pasillo en el que estábamos.

Solté un fuerte grito pero Draken me detuvo y algunos disparos resonaron en aquel lugar como un eco, luego un golpe sordo y otro grito.

— ¡Baji! — se escuchó de la voz de Mikey. Logré zafarme de Draken y corrí, observando a los dos tipos de traje claramente sin vida en el suelo y a Mikey sujetando a Keisuke, a quien le habían disparado en el brazo, pero no podía dejar pasar aquel momento. Mikey se puso de pie y colocó el código en la puerta mientras hablaba serio, pero un rostro conocido apareció en la escena.




Narra Runa

Los gritos eran bastante molestos, me encontraba en una especie de sueño pero por más que intentaba abrir los ojos no podía, mis párpados se sentían pesados, aunque podía sentir que alguien me sujetaba, había una voz desconocida en aquella habitación muy cerca mío a demás de la de los hermanos y de Sanzu, quien sólo reía.

— ¡Malditos enfermos! ¿Quién demonios es esta chica y por qué la buscan? — gritaba angustiada aquella persona, quien luego noté era un médico, debido a la respuesta de Ran.

Aquellos cuatro hombres en la habitación estaban discutiendo y cuando al fin pude abrir mis ojos la primera imagen que tuve fue al pelirosa colocando un arma en la sien del desconocido, a quien sin dudarlo le disparó, sin dejar de sonreír.

Las paredes y las sábanas que cubrían mi cuerpo se tiñeron de un color carmesí y un fuerte zumbido me ensordeció por unos segundos, mientras veía cómo el hombre cano de gafas y estetoscopio caía sobre la delicada alfombra dejando una gran mancha allí.

Intentaba gritar pero no podía y un fuerte forcejeo entre los tres hombres restantes terminó por despertarme, sintiendo la voz de Rindo pidiéndole a los demás que me entreguen de una vez, pero ante la negativa de ellos, Haruchiyo me levantó en brazos y se acercó a la ventana, caminando hacia el balcón.

— Te dije que iba a lanzarte, maldita zorra — susurró el de cabello rosa. 

Ante aquellas palabras entré en pánico, pues después de verlo asesinar a sangre fría a su médico de confianza, no tenía dudas de que podría lanzarme sin siquiera pensarlo, pero al intentar forcejear, la puerta de la habitación se abrió y la mirada de ambos se dirigió hacia allí, dejándonos ver entrar a un hombre a quien reconocí, era Hanma, quien caminó por la sala tranquilo, observando a los Haitani con desagrado.

¿Qué  carajos estaba sucediendo allí? No entendía que estaba pasando y al parecer Sanzu tampoco, dejándome caer al piso del balcón para ir al interior de la habitación con los demás.

— ¿Te encargaste de Mikey? — preguntó el Haitani mayor a quien acababa de entrar, pero éste sólo le sonrió y en un segundo sacó una brillante navaja, la cual enterró en el abdomen del pelimorado sin responder.

Rindo tardó en comprender y sólo se dirigió a sujetar a su hermano gritando su nombre, que caía sangrando sobre el sofá a la vez que Sanzu se abalanzaba sobre Hanma, golpeando su rostro e insultándolo, pero aquel quedó inerte al ver que la puerta se abría nuevamente dejando entrar a Mikey y a Kazutora. 


Mi rostro se iluminó al ver entrar a ambos pero el cuarto de hotel se vio invadido de disparos y gritos, por lo que no pude observar realmente qué sucedía ya que rápidamente me arrastré a un rincón del balcón tapando mis oídos ante aquello. El desafortunado hecho duró varios minutos, en los cuales escondí mi rostro entre mis rodillas y por más que intentaba observar, mis ojos se encontraban inundados, mientras gritaba, pero luego llegó el silencio, el cual fue más aterrador aún.

— ¿Kazu-tora? — pregunté con un hilo en la voz, alzando mi rostro. Me puse de pie y al asomarme observé a Mikey y a Tora sentados en el piso, recuperándose de aquel enfrentamiento junto a los cuerpos sin vida de Ran, Rindo y Sanzu. Corrí hacia donde estaba el ojiamarillo, quien sonrió y me abrazó al lanzarme sobre el, cayendo ambos al piso, pudiendo sentir su perfume al fin.

— Mi amor, ya estás a salvo — suspiró en mi oído, a la vez que acariciaba mi rostro y dejaba besos en mis labios. Recostada en su pecho cerré los ojos y escuché algunas voces conocidas, quienes hablaban con Mikey y Hanma acerca de tener que irnos todos de allí, pero me encontraba en una especie de trance entre los brazos de mi amado, quien no dejaba de hablarme y de acariciarme hasta que abruptamente se detuvo.

Pasados unos segundos alcé la vista, buscando los citrinos ojos de él, pero nunca me miraron. Me senté rápidamente y acaricié su rostro, pero jamás respondió y la desesperación se apoderó de mí.

Chifuyu me sujetó  mientras Mikey observaba la situación, ya junto a Tora, pero fijó sus ojos en mí, los cuales comenzaban a humedecerse mientras negaba con su cabeza.

Cada grito se volvió desgarrador, podía sentir como si clavaran miles de agujas en mi garganta y en mi pecho. No, no podía ser cierto aquello, mi amor no podía terminar así. Todo parecía moverse en cámara lenta y mis ojos se nublaron al igual que mi mente sin saber exactamente cómo reaccionar ya que mi cuerpo no dejaba de temblar y ante el primer descuido de Fuyu volví a avalanzarme sobre Kazutora, pero el ya no despertaba y sólo podía ver en mis temblorosas manos el color rubí que emanaba del pecho de mi amor, pudiendo ver en sus delicados labios una leve sonrisa, rompiendo mi corazón aún más.




~~~~~~~~~~~~~~~

Hola bellezas, ¿Cómo están? 

Yo en medio de una crisis de depresión y ansiedad, pero luego de mucho tiempo vuelvo para darle un final a esta historia que me ha hecho llorar, amar, odiar y sentir como mi alma se rompía sin dejar de amarla.

El próximo capítulo será el último, desde ya les agradezco la paciencia, la espera y sobre todo el leerme ya que soy muy nueva en esto 💛 







DESTRÚYEME~Kazutora Hanemiya// Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora