flores (para ti) ;; chaeyu

dos.

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Tzuyu se dice a sí misma que podría extirpar quirúrgicamente estos sentimientos. Ella podía permitírselo. El dinero no es un problema, después de todo. Además, ya se ha hecho antes. Así es como la gente ha sobrevivido para contar la historia de su amor no correspondido. Así es como la gente aprende a continuar con su vida después de sufrir esta enfermedad mortal. Tzuyu es una superviviente, una de las personas más prácticas y sensatas de su grupo. Es una solución fácil a un problema que de otro modo sería sofocante.

Entonces, ¿por qué no puede hacerlo?

Piensa en la sonrisa de Chaeyoung dirigida a ella cada mañana cuando se despierta. Piensa en su cabello: largo y hermoso un día, corto y tierno al día siguiente. Piensa en sus ojos cálidos y en sus manos aún más cálidas. Rebosante de bellas letras y bocetos coloridos. Cómo cambia su voz junto con su expresión. El lunar debajo de su labio inferior. Su risa cuando está con Dahyun.

Piensa en Chaeyoung todas las noches antes de irse a dormir, aunque esté justo a su lado. Piensa en aquella vez que la chica más pequeña se metió en su cama después de que extrañaba tanto su casa que las lágrimas no dejaban de fluir. Piensa en el beso presionado contra su frente y las manos envolviendo su cuerpo, recordándole que hay un hogar donde quiera que vaya.

Son Chaeyoung es su hogar.

Ella piensa en el amor que le tiene.

Ella piensa en perderlo para siempre.

Ella piensa en cómo vale la pena.

Sentir este dolor solo para sentir el amor de Chaeyoung.

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—Tzuyu-ya—, se queja Chaeyoung durante uno de sus días de descanso, agarrando su mano, —¿puedes traerme un americano helado? Quiero lucir genial como Jeongyeon-unnie.

Están de pie en medio de una cafetería con gorras negras en la cabeza y gafas de sol en la nariz. Nadie parece reconocerlas.

Tzuyu usa una máscara porque Jihyo insistió en que estaba enferma, por lo que Chaeyoung no puede ver la sonrisa que florece en sus labios. Una tos la borra poco después.

—Ya te ves genial— dice, aclarándose la garganta. Las flores se sientan en el fondo de su esófago, muriéndose por salir.

—No tan genial como unnie.

—Todos sabemos que nuestras unnies no son geniales —Tzuyu hace una pausa—. Excepto tal vez Mina.

Chaeyoung sonríe. —¿Pero crees que yo soy genial? ¿Aunque seas como dos cabezas más alta que yo?

A pesar del creciente dolor en su pecho, Tzuyu se acerca y entrelaza sus dedos. El calor de Chae la llena hasta los huesos, derritiendo el hielo en su corazón. No es que quede nada. Ha estado a merced de la pequeña desde aquel día en el baño cuando con una sola frase sus preocupaciones cesaron.

—La más genial— dice ella. Le hace morder un pétalo de flor que quiere salir.

Pero vale la pena, ver los ojos de Chaeyoung iluminarse como mil fuegos artificiales.

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Un día, Tzuyu decide buscar el tipo de flor que le causa miseria.

Pasa dos horas buscando el nombre en su teléfono. Ni siquiera importa si no tiene la flor física en su poder. Ha pasado tantas horas mirando el maldito desastre rosa cada vez que lo vomita que ni siquiera necesita pensar en ello para recordar. A estas alturas, conoce su forma y tono exactos. Está prácticamente quemado detrás de sus párpados.