Capítulo 3: El mejor cumpleaños

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"Si algo es para ti, no necesitas perseguirlo"

Harry estaba a punto de hecharse a llorar.

Desde que recordaba, todas las noches del 30 de Julio Harry se quedaba despierto hasta que el reloj diera las doce de la noche y envuelto en su eterna soledad, el pequeño niño se sonreía a sí mismo y se deseaba un feliz cumpleaños ya que sabía que nadie en su 'familia' siquiera recordaría que ese día cumplía un año más.

Era un ritual que siempre había tenido presente, tal vez era una forma triste de saber que nadie lo trataría como un niño normal y que si quería el cariño de alguien, solo podía tener el suyo propio. Por mucho tiempo había anhelado que por lo menos alguien se acordara de su cumpleaños y le dijera ese deseado "Feliz Cumpleaños, Harry".

Pero no, de hecho Harry solo pudo saber la fecha de su cumpleaños al entrar a la escuela, cuando un día una bonita y amable maestra se había acercado a él con una sonrisa cariñosa deseandole un feliz cumpleaños mientras le regalaba un pequeño dulce de leche. Fue uno de los días más felices para el pequeño Harry, pero lamentablemente la felicidad no era algo que perdurara mucho en su miserable vida y la dulce maestra que lo apreció por unos momentos, tuvo un lamentable accidente del cual Harry nunca volvió a saber de ella.

Ahora aquello le era tan lejano que ya no recordaba si aquel momento en verdad pasó o era simplemente un falso escenario creado por su mente solitara buscando llenar ese vació de soledad y buscando darle una voz de aliento que necesitaba.

Sin embargo, lo que tenía a Harry angustiado era que por primera vez desde que recordaba, había olvidado su propio cumpleaños y se había quedado dormido sin darle la bienvenida al tan ansiado 31 de Julio como era la costumbre, no había podido esperar la media noche para desearse el tan anhelado "Feliz Cumpleaños para mi mismo" mientras le pedía a todas las estrellas del cielo que le pusieran a alguien en su camino para amarlo. Aunque quizás parte de su deseo se había concedido al momento en que pisó Hogwarts por primera vez, sin embargo a pesar de todo Harry aún se sentía solo.

Media noche...

El pequeño mago abrió sus ojos de golpe sintiendo como si le hubiesen hechado un balde de agua encima despertandolo hacia la realidad.

-E-Espera...- Harry se puso de pie de un salto mirando a su alrededor con ansiedad.

Su pequeña habitación de segunda mano estaba limpia y ordenada, tan limpia que parecía relucir y Harry jamás había visto tanto orden en su habitación. El piso estaba lustroso y no había ni una sola mota de polvo ensuciando el lugar, la ventana estaba abierta y la hermosa Hedwig estaba posada allí mirandolo con sus enormes ojos ambarinos que parecían entender su confusión.

Los fragmentos de lo ocurrido la noche anterior estaban volviendo a su cabeza como una avalancha: velas, sangre, azufre, fuego, una oscuridad aterradora y un hermoso demonio con el aspecto de un ángel.

Un demonio...

-¡Eren!- Harry miró a todos lados tratando de buscar un indicio de que todo aquello había sido real.

Sin embargo no había absolutamente nada que indicara que alguien más hubiese estado allí o que había hecho un ritual de invocación demoniaca la noche pasada. Harry buscó desesperadamente el libro que había usado para el ritual, pero por más que lo buscara no podía encontrarlo.

¿No había sido real?

¿Solo fue un sueño?

¿Eren no era real?

¿Y si fue real y Eren no lo quería volver a ver?

Harry suspiró desanimado luego de meditarlo por varios minutos, miró a Hedwig quien lo miraba con sus enormes ojos comprensivos y él solo negó con la cabeza regalandole una sonrisa derrotada.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2022 ⏰

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El demonio de HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora