𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝐼 , 𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐼

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Marzo 1999

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Marzo 1999.
México.

—No entiendo esta pregunta.– dijo Darío, mi compañero de clases y amigo. —Es decir, es igual que la pregunta anterior, pero la respuesta es distinta. ¿A quién le interesa saber acerca del razonamiento matemático?

Las quejas continuaron entre todos, mi grupo de seis amigos siguieron su camino a mi lado, entre quejas y tiempo que era utilizado para "estudiar" aunque bien podíamos estar desayunando algo.

—Miren, ahí está. Si se atrevió a venir.– Cristina señaló a una castaña, nuestra compañera de clases Dalia.

—Dice mi madre que su madre si fue atrapada por los policías en la redada de hace dos días. Tal vez por eso no vino ayer...– agregó David, otro de mis amigos. —Que feo... Es decir, no puede tener amigos porque todos le temen.

—Yo no.– dije sonriendo un poco. —De hecho, es una buena persona, no es igual a sus padres, ella tiene buen corazón.

—¿Que dices María?– Cristina rió.

Dalia y yo éramos novias en secreto, obviamente. Vivía cerca de la preparatoria a la que asistíamos, una tarde, la llanta delantera de mi bicicleta se arruinó ya que choqué contra un árbol gracias a que su perro escapó de casa y corrió detrás de mí.

Luego de eso, comenzamos a hablar, aunque yo no tenía idea de a lo que se dedica su familia; aún así, luego de enterarme, no quise alejarme de ella. Aquello no definía o me haría cambiar de opinión sobre su persona; era un ser individual con un buen corazón.

Y yo estaba perdidamente enamorada de ella.

¿Cómo es que estábamos juntas? La sociedad era una mierda, aunque todos suponían que entrando el siglo XXI todo cambiaría, vaya mierda, ni que fuera una simple gripe. En los periódicos y noticieros se veían titulares horribles, homosexuales asesinados, denigrados y discriminados, pero nadie decía o hacía nada.

—Me tengo que ir.– le dije a mis amigos, el timbre de salida sonó, corrí hacia mi bicicleta y me monté en ella.

Una calle adelante, Dalia me esperaba bajo un árbol. Le sonreí, antes de acercarme lo suficiente para abrazarla.

—Hola, tú.– sonrió sin mostrar sus dientes, su índice tocó mi mentón, siempre hacia eso.

—Hola, tú.– respondí. —Hoy no podré quedarme en tu casa, mis padres estarán toda la tarde y...

—No importa, con verte en la preparatoria fue suficiente, aunque... Si me gustaría tenerte un rato conmigo.

—¿Veinte minutos?

Until We Meet Again; CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora