꒰capítulo dieciocho꒱

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Cada escalón que subía contrastaba a la perfección con el palpitar agitado de su corazón emocionado, cada segundo que lo miraba caminando frente a él y dirigiéndolo a su habitación, se preguntaba de nuevo si todo era real, porque si no lo era; no ...

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Cada escalón que subía contrastaba a la perfección con el palpitar agitado de su corazón emocionado, cada segundo que lo miraba caminando frente a él y dirigiéndolo a su habitación, se preguntaba de nuevo si todo era real, porque si no lo era; no le importaría seguir dentro de esa fantasía.

Bien, debía tranquilizarse un poco y dejar de exagerar demasiado las cosas, aún cuando estaba tan susceptible ante cualquier acto que se relacionara con Sunoo. Si deseaba que las cosas salieran bien, primero debía tomárselas con calma, llenarse a sí mismo de energía positiva, o por lo menos de la idea de que no echaría todo a perder por cualquier tontería no pensada. Y lo demás, simplemente dejar ser, dejar pasar.

«Esta bien, Sunghoon. No es la gran cosa, sólo debes tranquilizarte y actuar con naturalidad, él seguro lo recuerda, ¿no? claro, seguro que sí»

No sabía si lograba convencerse con sus mantras, pero por lo menos él mismo debía darse ánimos.

Y sólo para tentar un poco más la situación, ¿de qué se supone que hablarían estando solos? ¿no podría mejor besarlo y ya? Es decir, no podía pensar en muchos temas de conversación, podía pensar en muchas otras cosas. Pero la verdad era que él y Sunoo eran básicamente y efectivamente —lo eran— unos desconocidos.

Aunque bueno, Sunghoon no sentía que eso fuera muy cierto para él, porque se sentía tan cercano a su hyung, tan cercano como nunca lo ha sido. Consciente estaba de que las cosas no eran así para su mayor, para nadie quizá, pero eso no le impedía el derecho a sentir todo lo que sentía.

—Tengo aquí las cosas que quería mostrarte —Sunoo terminó con el silencio que se había estado extendiendo por todo el pasillo hasta la entrada de la habitación, denotó una emoción renovada, que buscaba ser contagiosa para el pelinegro, porque en realidad lo estaba. Estaba emocionado por todo—. Encontré los dibujos que hicieron acerca de lo que querían ser de grandes, mi mamá me pidió que los guardara antes de que me fuera.

Sunoo entró a la habitación con una sonrisa en el rostro, el otro lo miraba muy entusiasmado, y eso, sin medida, lo llenaba de una cálida sensación. Le siguió los pasos cerrando la puerta una vez que se vio dentro de la recámara, y se sintió visitante en un mundo nuevo y al mismo tiempo tan suyo.

Observó las paredes del cuarto, pintadas de un color arena demasiado claro, casi opacado hasta el punto de parecer que se resquebrajarían ante cualquier mínimo roce, el enorme armario blanco estaba ahí aún, igual de antiguo de como lo recordaba y lleno de cosas viejas que nunca pudo revisar. Las cortinas estaban abiertas al igual que la ventana, la cama tenía un juego de sábanas diferente; hacía mucho tiempo que no entraba a la habitación de Sunoo.

El lugar no había hecho más que recuperar su esencia con su presencia, lo necesitaba. Todo se miraba mejor a su parecer, se creaba una sola idea y era que ese espacio le llenaba los sentidos de la compañía del mayor, ahora más que nunca, y lo disfrutaba.

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⏰ Última actualización: Sep 05, 2022 ⏰

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