Nueva administración

145 10 29
                                    

Un cielo azul vagamente nublado.

Cientas de miles personas presentes y otras millones observando remotamente desde sus casas.

Cámaras de televisión apuntando celosamente sus lentes para conseguir la mejor toma posible.

Y no es para menos.

Es algo decir que todo el mundo estaba viendo esta escena.

Un 20 enero que pasaría a la historia.

El presidente de la Corte Suprema de Justicia se puso de pie justo frente a ella.

-Levante su mano derecha y pronuncie el juramento.

Ella levantó su mano como se lo habían pedido, y empezó a hablar.

-Yo, Diane Foxington, juro solemnemente que desempeñaré fielmente el cargo de Presidenta de los Estados Unidos y que, en la medida de mis posibilidades, preservaré, protegeré y defenderé la Constitución de los Estados Unidos.

-Así que Dios la ayude.

-Así que Dios me ayude.

-Felicidades, Señora Presidenta.

En ese momento todos los presentes rompieron el silencio de golpe, empezaron a aplaudir y a gritar emocionados, al mismo tiempo que el Presidente de la Corte Suprema de Justicia estrechaba enérgicamente la mano de Diane.

Unos segundos después, empezó a sonar 'Hail to the Chief' el himno personal del Presidente de los Estados Unidos.

Normalmente, en el palco dónde el presidente asume su puesto, también se encuentran presentes su familia, o por lo menos, su cónyuge.

Pero Diane no tenía a nadie.

Ni familia, ni cónyuge.

Pero desde hacía tiempo, así lo prefería ella.

Diane caminó hacia el podio que estaba en uno de los balcones del capitolio, frente a todas las miles de personas que aún aplaudían y gritaban estruendosamente.

Durante unos instantes, la nueva presidenta se limitó a sonreír y a saludar con el brazo.

-Gracias, gracias... -dijo Diane usando los micrófonos del podio.

Entonces todos empezaron a guardar silencio respetuosamente.

-Yo estoy aquí, porque el pueblo me puso aquí. -Diane empezó a decir su discurso- Y estar aquí es el máximo honor que, como representante político, podría llegar a asumir. Nuestra nación ha pasado por mucho dolor y sufrimiento, y ya es hora de levantarnos de los escombros. Juntos, reconstruiremos paso a paso este país y lo que saldrá de todo el esfuerzo, será algo verdaderamente hermoso. Creo que no hay mejor manera de concluir que con una frase del señor John F. Kennedy: "No te preguntes que hará el país por ti... Pregúntate que harás tú por tu país". Muchas gracias.

El discurso de Diane, aunque breve, fue lo suficientemente inspirador como para lograr que prácticamente todos los presentes se pusieran de pie y se pusieran a aplaudir y a vitorear emocionadísimos.

La zorra pelinaranja caminó con cierta dificultad hacia la orilla del palco, pero una vez ahí, la gente gritó y aplaudió con todavía más emoción.

Esto provocó que Diane hiciera una sincera sonrisa.

"-Me quieren... Ellos realmente me quieren." -pensó Diane.

La presidenta se sorprendió de manera muy positiva cuando se dio cuenta de la enorme variedad de gente que estaba presente, mientras los recorría con la mirada.

FAITHLESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora