Decisiones

74 5 24
                                    

Había pasado poco más de un mes desde que la nueva presidenta había asumido su cargo, y ya se encontraba trabajando más que nunca.

En ese tiempo habían pasado varias cosas, por ejemplo, se ordenó oficialmente que todos los hospitales, clínicas y centro médicos en Estados Unidos se volverían completamente públicos y gratuitos para toda la población.

Además se aplicó una reforma educativa a nivel nacional, que no solamente cambiaba el sistema de la educación básica, sino que planeaba remodelar las escuelas ya existentes y construir nuevas instituciones.

Debido a la fuerte escasez de combustibles fósiles y de gas natural, Diane propuso enfrentar de cara la crisis volviendo directamente a la energía nuclear, junto con el resto de energías renovables.

A pesar de que mucha gente se opuso a esto, la presidenta argumentó que el avance científico sobre estas energías las había vuelto mucho más seguras que hacía apenas unos años.

Diane siempre había sido partidaria de la energía nuclear; en la época cuando ella era gobernadora, se abrió una central nuclear en Oceanside, California; la gobernadora estuvo más que de acuerdo y hasta se volvió una fuerte defensora del proyecto.

Palabras más palabras menos, finalmente se aprobó que se construyeran 10 centrales nucleares en todo el país en un lapso previsto de 4 años, al mismo tiempo durante su construcción se crearían miles de empleos a la gente más necesitada, para paliar el gran desempleo que había.

Estados Unidos estaba pasando por una robusta recesión económica, el dólar se había despreciado considerablemente, lo que a su vez causó desempleo, inseguridad y hasta crisis en muchos otros países.

Por lo que la presidenta decidió paliar la crisis reduciendo el presupuesto a ciertas cosas que ella misma consideró "No fundamentales" como el ejército y las fuerzas armadas.

Esto también levantó cierta controversia, pero de nuevo, se hizo tal y como Diane lo pidió.

Todo esto ya empezaba a rendir frutos; el dólar empezaba a recuperar su valor poco a poco, cada vez había menos gente desempleada y el rating de la presidenta aumentó mucho, ganándose cada vez más respeto y gratitud entre su pueblo.

Y justamente a las cuatro semanas del 20 de enero, la puerta del despacho de la Casa Blanca se abrió y por ahí entró Diane, que fue directo a su escritorio para sentarse y poder descansar un rato.

Esa misma mañana, la presidenta tuvo una larga reunión con el departamento de economía, acerca de los empleos y el fortalecimiento de la moneda, entre varias otras cosas.

Diane había llegado a la conclusión de que el trabajo de presidente de Estados Unidos era definitivamente el empleo más estresante de todo el mundo.

No sería muy exagerado decir que se la pasaba hablando y escuchando a otras personas todo el día, además de escribir propuestas de ley, discursos, viajando a ciertas partes del país, firmando documentos, leyes, tratados, entre muchas, muchísimas otras cosas.

Inclinándose hacia delante, Diane se agachó para sacar un refresco de un pequeño frigobar que estaba debajo del escritorio, en el cual la presidenta guardaba bebidas y algunos bocadillos para poder recuperar energías a lo largo del día.

Ni bien Diane destapó el refresco cuando alguien volvió a entrar. Un hombre de traje oscuro se movió por la entrada de la oficina y caminó toscamente hacia el escritorio. Se trataba del agente del gobierno que se encargaba de informar a la presidenta sobre asuntos de carácter interno y nacional.

-¡Señora presidenta!

Diane dio un corto sorbo a la lata y después la colocó sobre el escritorio.

-¿Ahora que sucede? -preguntó un poco molesta.

FAITHLESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora