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Aún seguía entre las suaves frazadas, el sol recién desprendía sus primeros rayos de luz. Algo sobre Louis, es que ver el sol salir lo deprimía, no sabía muy bien la razón, pero odiaba la sensación de que un nuevo día estaba por comenzar y que faltaban muchas horas para poder volver a la cama.

La noche anterior se la pasó hablando por chat con Harry. Rió como un loco, el rizado era demasiado gracioso, Louis le tomaba aprecio poco a poco y le preocupaba quizás demasiado, abrir su corazón. Hacerlo era facilísimo y romperlo también.

Tendría que estar enfadado con Harry, éste desobedeció lo que le dijo y llevó a su hijito felino a su casa, a un lugar que Louis no conocía y podría correr peligro. Pero, ¿Harry estaba en todo su derecho a llevarlo, no? Después de todo era el padre de la criatura, Louis puede entender eso.

Nunca antes alguien lo había desobedecido, siempre hacían lo que él quería. No iba a decirlo en voz alta pero sí, cabe la posibilidad de que Harry tenía un poquito de razón con eso de que Louis era un nene malcriado.

Debía levantarse y prepararse bonito, su ahora nuevo amor, porque sí, Louis lo tomará como eso, le había pedido que se vistiera bien porque su madre estaría en la casa. El ojiazul siquiera sabe dónde queda la vivienda de Harry, pero eso no era lo que más importaba. ¿Qué se pondría? A su corta edad tuvo demasiados amores, demasiados caprichos con compañeros de la escuela, vecinos, conocidos e incluso uno que otro enamoramiento de verano con chicos que solo había visto un par de veces cuando Louis iba de viaje con su padre. Harry podría ser otro de esos, y como siempre, Louis se preocuparía mucho mucho en vestirse y lucir lo más hermoso posible y así poder enamorarlo.

Se vió al espejo y quiso gritar del horror. Su piel parecía una hoja de papel amarillenta, sus labios secos, un completo asco a su parecer. Y todo era culpa de su Nana, la mujer no lo había dejado descansar correctamente durante toda la noche, siempre lo vigilaba, entraba sin tocar y revisaba lo que sea que revisaba. Louis piensa que era extraño, no tiene planeado quedarse en esa casa nunca más, era espeluznante que una señora lo espiara a cada segundo y dormir en la cama de una niña que nunca había conocido y bueno, ella estaba muerta.

Extrañaba su hogar, no lo negaría pero no podía hacer nada al respecto. No ahora. Lo que importaba justo en ese momento, era poder arreglar su rostro lo más que pudiera, vestirse bonito e irse a conocer a su futura suegra. Tenía un poco de miedo y vergüenza, nunca tuvo contacto con las madres de sus amores platónicos, sería su primera vez.

Suspiró cansado, solo quería un tazón de frutas y abrazar a su gatito.

[...]

Su madre se había negado en irlo a buscar y en vez de sentirse mal, Louis la ignoró y solo llamó un taxi. Fue hasta su enorme y solitaria casa, como de costumbre su padre no se encontraba y su mucama solo miraba la TV con la alegría de saber que no tenía a un mocoso al que cuidar. Louis lo acepta, cuidarlo era a veces insoportable. Pero no lo culpen por favor, él era un niño bonito con algunos deseos y mucho aburrimiento. Ni siquiera tenía un hermano, ¡Con lo que amaba a los bebés! En su lista de deseos, tener muchos hijos estaba casi a lo primero, después de; conocer a Lana del Rey, probar la pizza, salir en la televisión y algunas cositas más.

Estuvo más de una hora encerrado en su placard, le dieron algunos ataques de no sabe qué por no saber cuál outfit elegir, no sabía si llevar gafas, un sombrero, ¡No sabía nada!

Pero obviamente eligió llevar gafas, él las amaba. Si pudiera, las usaría veinticuatro siete.

Ahora se encontraba en el taxi.

Su nuevo amor, Harry, le había mandado la dirección y él se la dictó al taxista, que parecía estar muy desesperado por hablar con Louis, halagando lo bonitas que sus zapatillas eran, y preguntando a dónde se dirigía. La verdad era que Louis no sentía interés alguno por hablar con el señor, solo estaba concentrado en lo que haría cuando llegara a su destino.

Lolita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora