Los tres pitidos del silbato del árbitro dieron por finalizado el encuentro entre Inazuma Japón, la selección del país asiático en su nombre y de la selección de Costail, Los Pequeños Gigantes. Había sido uno de los partidos más extremos de todo el Fútbol Frontier Internacional, con la sorpresa de que lo habían disputado dos de los equipos con menos apoyos inicialmente. Nadie esperaba que el equipo de Costail llegara tan lejos en un campeonato, no viniendo de un país tan pequeño y desconocido. Por otro lado, estaba la selección japonesa, aquella que había dejado a todos mudos en cada uno de sus partidos al ver cómo, aquellos con menor nivel, se superaban partido a partido contra rivales mucho más fuertes que ellos... ¿Quién diría que el espíritu de su portero y capitán, Mark Evans, sería la verdadera arma del equipo?
Ninguno dudaba de su capitán, todos creían en su fuerza y en como los había llevado a lo más alto, confiando en ellos y dándoles ánimos incluso cuando todo estaba perdido.
Axel sonrió, mirando al marcador y sin poder asimilar aún la noticia: ¡habían ganado!
La risa de Mark lo sacó de su ensimismamiento y corrió a él para abrazarlo. El joven Blaze lo sabía, sabía que Mark era el único que podía hacer eso posible. Sin él, nunca habría vuelto a jugar al fútbol; sin él, nunca habría podido continuar con el deporte que más amaba; sin él, no habría vuelto confiar en una persona y sin él, Axel nunca habría recuperado su sonrisa.
Desde aquel primer partido contra la Royal Academy, Axel Blaze supo que estaba completamente perdido en el entusiasmo de su ahora capitán y mejor amigo.
Los recuerdos de ese día le invadieron mientras sus compañeros de equipo los lanzaban a él, Austin y Mark al aire para volver a atraparlos, repitiendo la acción. Ellos habían sido el gol decisivo con esa nueva supertécnica. Evans siempre sabía como sacarse un as de la manga.
Igual que aquel día, cuando Willy salió corriendo del campo, mientras Jude daba balonazos al portero del Raimon para hacerle perder la esperanza... Cuando sintió que su corazón no podía soportar más como el entusiasta que había conocido antes, el chico que entrenaba a los niños del barrio con una sonrisa y alguien que amaba el fútbol tanto como él, estaba siendo agredido por cuatro idiotas.
No se lo pensó dos veces antes de tomar la camiseta con el dorsal número diez -que, junto al cuello de la equipación hacia arriba, se convertiría en su seña de identidad- y salir al campo. Ver a Mark levantarse sin perder la esperanza, encendió algo en el delantero de fuego que creía muerto tras el accidente de Julia: el amor al fútbol.
Cuando entró al terreno de juego, Mark corrió hacia él, casi desmayándose en sus brazos debido al dolor y, lo siguiente que hizo fue lo que dejó a Axel maravillado. El capitán sonrió muchísimo y se rio de lo tarde que llegaba. Blaze no lo supo entonces, pero Mark acababa de hacerle caer en una trampa tan peligrosa como placentera.
El partido se reanudó, apenas quedaban unos minutos y el marcador era veinte a cero a favor de la Royal Academy. Axel sabía que era imposible ganar, pero la sonrisa de Mark y todas las veces que había dicho "el partido aún no ha acabado", se habían clavado a fuego en sus oídos. Tanto, que incluso cuando les robaron el balón y se dirigieron a puerta, dispuestos a marcar su vigésimo primer gol, Axel no miró atrás, solo sonrió y echó a correr hacia el campo de su rival.
El comentarista lo tachó de cobarde.
Que equivocado estaba. El joven rubio solo estaba depositando toda su confianza en el portero, en aquel que no se había rendido en ningún momento. Mark pararía el tiro, lo detendría y le pasaría el balón, confiando en que él marcaría.
Ambos tuvieron una conexión instantánea que Blaze trató de negar durante un tiempo. Aún se reía al recordar que salió del campo sin camiseta, después de devolverle a Mark la que llevaba puesta en el momento.
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Unidos por el fútbol
Fiksi PenggemarEl Fútbol Frontier Internacional había traído muchas emociones diferentes a los jugadores de Inazuma Japón. Muchos habían descubierto cosas de ellos mismos que desconocían hasta el momento y Axel Blaze no era la excepción. La verdadera pregunta era:...