Las discusiones aumentaban. Parecía que cuanto más me atribuía la culpa a mí misma más motivos lo enfadaban para tenerme detrás pidiéndole perdón y suplicando.
El tiempo pasaba y las peleas seguían con mayor frecuencia e intensidad. No sabía que hacer para no enfadarlo, yo pensaba que todo era mi culpa y me sentía fatal sin saber qué estaría haciendo para cabrearlo de esta manera, pensaba que yo era buena persona, pero al parecer mi amor no era suficiente.
Abandoné mi amor por la ropa y por mí misma. Pensaba que, si no me arreglaba y lo convencía que solo quería que me mirara él, se enfadaría menos veces. Eso no funcionó, me acusó de que estaba fea para él, y que si no me arreglaba sería probable que se enamorara de otra. Pero de igual forma, controlaba mi ropa y catalogaba de prendas de puta todas aquellas que enseñaran algo de carne o fueran demasiado ajustadas.
Mi amor propio se desvanecía por segundos, no me sentía bien conmigo misma en lo más mínimo. Sólo le tenía a él, si lo perdía me quedaría sola, así que hacer cualquier cosa por él me parecía lo correcto.
Sus enfados empezaron a evolucionar. Cuando se enfadaba decía que quería terminar conmigo y yo me desquiciaba. ¿Qué era lo que me quedaba sin él? Nada, creía yo. Intenté cortarme las muñecas, sólo para llamar su atención, la llamó, pero sólo le dio más poder sobre mí.
Mi autoestima nula se convirtió en un vacío dentro de mí, que me avisaba que esta relación no me hacía feliz. Me sentía inútil, había abandonado mis sueños y no estaba haciendo nada para realizarme como persona. Eso me hizo cambiar de perspectiva de la vida.
Cuando volvió a enfadarse y terminar conmigo no hice nada para que volviera conmigo, no me arrastré y no insistí para que volviera. Eso lo asustó y volvió corriendo a mi lado.
Le comenté todo el daño que me había hecho y él se justificó diciendo que me amaba más que a su vida y que era un niño que no sabía lo que hacía. Yo lo perdoné y parecía que todo iba bien, las discusiones habían cesado por un tiempo.
Pero yo me iba distanciando de él, necesitaba mi espacio y volver a retomar mis sueños. Él notó mi cambio y lloraba ante mí diciendo que intentaba ser mejor persona para hacerme feliz.
Un día decidí retomar mis estudios, pero quería retomarlos en otro país, quería vivir lo que no había podido vivir estos años. Mis padres estaban más que felices por mi decisión y me apoyaban al cien por cien.
A pesar de la alegría de mis padres, estaba aterrada. Tenía un miedo irracional por la reacción que pudiera tener Javier. Algo totalmente justificado.
Todas las discusiones y los enfados habían causado en mí un miedo colosal por como se tomaría mi decisión. Todo lo que había pasado había hecho que perdiera el respeto hacia Javier y que sólo me causara terror.
Mi madre me animó a hablar con él sobre querer retomar mis estudios fuera del país. Pero la pobre no sabía nada de lo que podría pasar. Ella pensaba que Javier era un buen chico, un poco celoso, pero que me quería.
El día que le expliqué, aterrada, a Javier mis planes de futuro se enfadó más que nunca. No reconocía esa mirada de furia. Tampoco llegué a pensar que llegaría a las manos. Me empujó contra la pared y me golpeó la cara.
Al día siguiente llegaron a casa unas rosas rojas con una tarjeta que me suplicaba que lo perdonase, no sabía que le había pasado pero nunca volvería a suceder.
Lo perdoné. Pero mi autoestima iba en aumento, y la seguridad en mí misma volvía a estar intacta. Parecía que volvía a tener el poder sobre mi vida y sobre él. La emoción de seguir estudiando me animaba más a enfrentarme contra Javier en la más mínima estupidez en la que creía que yo salía perdiendo.
Mi cabezonería causó muchísimas más discusiones y todas terminaban con una Samantha herida y con unas flores de disculpa.
Yo seguía con él hasta que llegó mi aceptación en una universidad del extranjero. El día que se lo comuniqué tuvimos la peor pelea de la historia. Me insultó, me faltó al respeto como nunca y me golpeó, doliendo como nunca antes nada me había dolido.

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Disculpas con flores.
Non-FictionHoy, mi novio me ha traído flores. Son las más bonitas que me había regalado nunca, y eso que últimamente, me mandaba ramos preciosos frecuentemente. Hay que decir que todas eran para disculparse. Pero hoy parece realmente arrepentido por la pelea q...