CAPÍTULO I

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Ese lunes por la mañana, el frío disipaba por todo Incheon, Lee Minho se prestaba con su ropa de invierno, una sonrisa boba se apoderó de él al mirar sus guantes y recordar quién se los obsequio el día de su cumpleaños.

Tomo sus cosas, se despidió a medias de su madre al salir de la casa donde ya un alto pelinegro lo esperaba.

Hwang Hyunjin era el único amigo de Lee Minho.

No era por nada malo, la verdad es que Minho era popular por su destreza en los deportes y ser el hijo de uno de los más grandes benefactores del instituto, pero solo era un rumor. El castaño era muy tranquilo con sus compañeros de clases, sin embargo no tenía un contacto fijo además de "Buenos días" "Pase adelante" "¿Me prestas tu celular Minho?"

Eso era todo.

-Las vacaciones se fueron volando,- comentó Hyunjin, Minho sonrió con dulzura quitando uno de sus cabellos de la frente.- ¿Que hiciste en tus vacaciones?

El pelicastaño arrugó la nariz,- La verdad es que estuve en la compañía de mi padre, lo ayude y aprendí a cómo llevar todo eso.

Hyunjin frunció el ceño, el en su cabeza creía que Minho no era un interesado en el negocio familiar por tantas veces que lo oyó quejarse de su padre y el ridículo traje, pero no dijo nada y optó por quedarse callado.

Últimamente Minho tenía la cabeza en otro lado y parecía olvidarse de todo cuando se trata de su aprendizaje en la compañía Lee.

-¿Y que tal es?- pregunto consciente de la cara que pondría el castaño, en efecto su cara fue de molestia. - Te lo he repetido muchas veces, no hagas esto por complacer a tu padre.

Esas fueron las últimas palabras, de ahí no hubo más conversación en todo el trayecto al instituto. Minho caminaba cabizbajo, el siempre piensa en los demás antes que el, y quizás esta vez no deba preocuparse por su padre al dar su opinión sincera.

Al llegar ambos amigos se separaron, Hyunjin era un año mayor así que no le tocó más de otro que verlo después de clases. El salón era el mismo del año pasado a diferencia de que las mesas eran nuevas, pese a ello, se quedó quieto al ver la única mesa rayada.

¿Porqué no la han cambiado? Se preguntó a si mismo.

Con detenimiento se acercó a la mesa leyendo más a detalle todo lo que está decía, sorprendiendose por las malas palabras escritas con marcadores que hacían relucir aún más la mesa.

-¿Qué crees que haces?- una voz suave, no tan chillona resonó a sus espaldas.

Minho dió lentamente la vuelta para encontrarse con un chico, era mediano, tenía una mata de pelo totalmente negra que hacía notar muy poco sus pequeños ojos, sus labios eran pomposos y rosados al igual que sus grandes mejillas. Minho carraspeó, sacudiéndose el cabello liberando una sonrisa encantadora propia de él que fue recibida con disgusto.

-Es un placer...

-¿Estabas rayando mi mesa?- lo interrumpió, Minho se quedó estático mientras que el pelinegro se cruzaba de brazos.

-No, sólo me acerque a leer lo que decía. - musitó inaudible.- ¿Porque tu mesa está así?

El pelinegro lo miro burlesco, pasando a un lado de el, ignorando su molesta presencia y colocando su bolso en la silla.

Sus miradas se encontraron, y eran diferentes; una brillaba y otra era oscura.

-Por la misma razón por la que te pregunte qué hacías en mi mesa,-Continuo- pensé que estabas escribiendo más cosas, losiento por malinterpretar todo esto.

𝐻𝑒𝑙𝑙 \ 𝑴𝑰𝒏𝒔𝒖𝒏𝒈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora