-𝘛𝘶 𝘰𝘮𝘦𝘨𝘢

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-Acepto ser tu omega.- Le respondió mientras estrechaba su brazo.

-Perfecto.- La voz de Manjiro no tardó en sentenciar aquella promesa.

Aquel recuerdo del pasado seguía presente incluso después de años, eso debería de haber sido suficiente, para el, para Manjiro, para que todos tuvieran su final feliz, no?

No.

Jamás pudo salir de aquel mundo, pensó que con eso podría hacer que Manjiro saliera de ese mundo, para que al final entrará a otro.

La prostitución de omegas y betas sin importar su edad. Jamás llegó a pensar que acabaría de esa forma.

Pero el jamás fue una excepción, de hecho fue el primero, el primero de una lista muy larga.

Manjiro Sano, un hombre asqueroso que disfrutaba de la prostitución de omegas de tamaños pequeños, pero sobretodo de explotar a su omega, su lindo omega, Takemichi Hanagaki.

Takemichi, un omega dominante estaba siendo prostituido por Manjiro sin ningún resentimiento.

Aunque Manjiro lo negara si sentía celos de las personas cuando se corrían dentro de su omega, cuando dejaban marcas por su cuerpo, como si ellos fuera su dueño, pero había un secreto aún más grande, ambas ver a Takemichi rogar que lo dejarán.

Takemichi rogaba cuando lo penetraban sin resentimiento, cuando eyaculaban dentro de él, cuando Manjiro miraba sin hacer nada por su omega, por el.

A el jamás le importaba Takemichi en horario de trabajo, después de todo se tenía que ganar el dinero.

Decir que Manjiro no quería a su omega sería mentira, lo adoraba, adoraba verlo sudando, llorando, enfadado, o eso creía, hasta que recordaba su sonrisa y el sonido de su risa, también le gustaba eso de el, pero quería más el dinero que le proporcionaba su cuerpo, el placer que le daba esté.

Takemichi lloraba la mayoría de noches, la mayoría, había noches en las que se sentía genial, se sentía genial por su alfa, incluso si él no lo demostrará en su trabajo el era sumamente atento en casa, en su cama.

Otra vez ese sueño...

El cielo azul claro, el pasto verde, el hermoso clima que había solo era el escenario de algo mucho más hermoso a sus ojos, pero sin saber aún su segundo género ambos ya estaba comprometidos a estar juntos, incluso si algo llegar a fallar.

-¡Takemichi, me gustas se mi omega en el futuro!- Le gritó Manjiro mientras le ponía un ramo de flores en el rostro.

-¡Claro, que sí, soy y seré tu omega hoy y mañana!- Respondió con el mismo entusiasmo mientras aceptaba las flores.

-¡Juro que te haré el omega más feliz del mundo!- Le prometió Manjiro totalmente rojo.

-¡Es una promesa, luego no te arrepientas!- Le respondió mientras le besaba la mejilla.

La sonrisa de ambos quedaron en el olvido días después de esas promesas de adolescentes. Después de todo era solo una mentira, después de todo eso fue cuando eran más jóvenes, nada que ver como cuando sellaron su pacto para que Manjiro dejará todo eso, cuando Manjiro era solo un crío.



𝖬𝗂 𝖻𝗎𝖾𝗇 𝘖𝘮𝘦𝘨𝘢. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora