Capitulo 4: Silencio

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Tras días de pensarlo seriamente, Adrián había decidido primero hablar con su pequeña y de acuerdo a eso sabría qué hacer, o inconscientemente dejaría que influya un poco en su decisión, dejando la carta aun lado de su cama, se levantó dispuesto a ir con ella, sería un larga charla ya que desde el incidente con sus padres, los hermanos jamás habían vuelto a tocar ese tema que tiene un gran apellido.

–¿Dónde está mi cabeza?

Recorrió el pasillo hasta el final, pero al ver la puerta de aquel cuarto, le hizo recordar que hoy Asia tenía una cita de rehabilitación, negándose a sí mismo por haberlo olvidado, volvió hacia el pequeño balcón que daba hacia la sala.

–mierda...

–no, quédate allí, así papi no podrá verte– la voz de su pequeña hizo eco en medio de la sala –es Domingo, asique debe estar durmiendo aun

Extrañado, y un poco preocupado, asomo su cabeza por los pasillos, indagando quien era aquel visitante inesperado.

–¿Astrid?– la voz de Adrián desde el primer piso, la asusto –¿Qué haces despierta tan temprano? Vuelve a tu cuarto...

–ahí voy papi, ...– pero su voz se vio interrumpida por una figura que salió de su escondite –¡ay tío Sul! ¡se supone que era una sorpresa!– se quejó Astrid corriendo escaleras arriba, dejando a Adrián totalmente confundido

–ya está As, lo hiciste bien, fui yo quien arruino la sorpresa– confeso el hombre cruzándose de brazos, a los pies de la escalera

–eso es obvio tío...

–Astrid– le regaño su padre, por su mala forma de hablar –a tu cuarto, ahora

–pero...pero...

–ya me escuchaste– la voz de Adrián salió molesta, cosa que la niña vio como un simple regaño, pero que si seguía insistiendo, terminaría siendo un castigo de días

Aquel joven no despego su mirada de Adrián, mientras este bajaba las escaleras hasta llegar enfrente a él, Adrián le dio una rápida mirada, casi de la misma estatura, cabello medio enrulado negro, ojos profundos, un perfil envidiable pero unas ojeras que se escondían debajo de sus ojos.

–pensé que llegarías en un mes o quizás en un año, o nunca– confeso el menor

El hombre delante de él, es Sulfus Abbey, un joven tocando los treinta años, ex policía, destituido por rebeldía, o eso dice Sul, cuya única pasión últimamente es viajar en su auto, recorriendo las provincias del país, pintando los paisajes más hermosos que se crucé.

–¿y no le dirás nada bueno a tu mejor amigo después de no verlo por tanto tiempo?

–si...– soltó este acercándose a su oído –no esperaba que estuvieras más viejo– bromeo el menor siendo apartado por él

–eres un idiota Adrián– hablo Sulfus con una sonrisa antes de darle un pequeño abrazo

Adrián Cadere y Sulfus Abbey eran amigos de casi toda la vida, luego del incidente con los padres de Adrián, fue el padre de Sulfus quien estuvo para los hermanos Cadere, protegiéndolos y casi criándolos, Sulfus y Adrián crecieron como hermanos, siendo Sulfus el mayor por tres años.

–solo me fui por seis meses y ya cambiaste varias cosas de aquí– soltó Sulfus mientras recorrían el pasillo, siendo Adrián quien levanto una de sus cejas –no me mires así– dijo Sul deteniéndose enfrente a una puerta –fue un viaje largo...¿Qué mierda es eso?

El menor bajo su mirada hacia sus manos, dándose cuenta que aún tenía la carta roja entre ellas, pensó que lo había dejado en su habitación.

–mi padre tenía unos viejos amigos de la universidad, son solamente ellos...– yéndose a sentarse en el sofá junto a su visitante

This is the M4F14 | 1° LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora