Capitulo 7: Ciao Litorale

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Estos días fueron una locura, que de la buena, Adrián pudo volver a ver a su amor de la infancia con vida, allí frente a él, esa misma silueta de su madre la había heredado ella, esos rulos, ese pelo negro, sin duda, ese amor que creía muerto y superado, había vuelto a robarle el sueño.

Cadere regreso su tierra, al Litoral con solo buenas noticias, en unos días, llegara Kinn para tratar a Asia personalmente, en una corta charla puedo enterarse de quien era ahora su anterior mejor amigo, y de lo que podría lograr en ella, sin dudas, Kinn era el mejor médico que podría curar a Asia.

Además de que conoció al nuevo hermano, Kaan era la copia viviente de lo que algún día fue Leo, también se sorprendió, ya que él había sido el responsable de entraren su casa y dejar la carta, Kaan había encontrado el contrato hace unos meses y le había planeado la idea a Luciano, cosa que se realizó lastimosamente luego de su muerte.

Adrián hubiera amado volver a verlo, era como un tío para él, pero lastimosamente el destino tuvo que ser así.

–¡ya llegue!– grito tan pronto como cerró la puerta, pero el silencio fue su única bienvenida

Dejando sus cosas de lado, se quitó su chaqueta dejándola sobre la barra, escucho la risa de su pequeña viniendo del jardín, supuso que estaría allí con sus tíos, jugando como siempre, tan bella, tan dulce, era una de sus razones por las cuales su firma ahora está en aquel contrato.

Con una copa de vino en la mano, recorrió la casa hasta el enorme jardín lleno de juegos que mando a hacer para su pequeña, no eran millonarios, tampoco la quería malcriar, solo impedir que se aburriera y disfrutará esa vida de niños que él no pudo.

–¡Astrid ten cuidado!

Aquella voz hizo levantar la vista del joven, a lo lejos entre esas casas de muñecas, se escondía una pequeña niña, vestida con un pequeño traje blanco, haciendo resaltar sus ojos "", mientras su cabello negro con líneas blancas se estiraban con la suave brisa.

Ese detalle que solo Astrid tenia, siempre fue especial para Adrián, ya que no todos tenían una, que coincidencia que ambas mujeres que formaban parte de su corazón, tuvieron la misma marca de nacimiento, esas largas tiras de cabello blanco mezcladas con su cabello negro.

–ten, toma un poco de agua, jugaste mucho...– menciono el joven frente a ella

Adrián volvió a sonreír, ver a su mejor amigo cuidar a su hija como propia, le hacía ver que la vida no fue muy cruel con ellos, al menos al final del camino, si tenía un fiel amigo en el cual confiar.

El joven bajo su mirada al suelo, sobre el pasto, en una manta, su hermana menor estaba sentada de piernas cruzadas, con sus manos sobre un libro mientras cerraba sus ojos, leía aquellos cuantos que su madre solía contarles.

–ya Asia, se dormirá en vez de jugar– menciono este mientras Adrián avanzaba hacia ellos –¡Astrid, mira quien llego!– grito Sulfus llamando la atención de la pequeña

La pequeña volteo y sonrió como si lo viera luego de años, quitándose los zapatos corrió hacia él, mientras la joven a su lado, alejaba sus manos del libro y abría de nuevo sus ojos, para solo llevarlos hacia el sonido de las risas de la pequeña.

–¡papi!

–mi As, mi cielo– susurro abriendo sus brazos –¿Cómo has estado? ¿te aburriste?– pero la pequeña negó

–papa, ¿ya no te iras? ¿ya no viajaras más?– Adrián negó con una sonrisa, acariciando suavemente su cabeza

Astrid apenas tenía seis años, y en unos meses cumpliría siete, pero entendía a la perfección la situación que su padre trataba de manejar, Adrián tenía 27 años y es un padre soltero, tratando de remontar la empresa de su padre por más de tres años, claro que la pequeña ya se había acostumbrado a la situación.

This is the M4F14 | 1° LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora