3. Hola, principe
Fuerzo una sonrisa enorme y falsa cuando el mayordomo con bigote vuelve a abrirme la puerta por segunda vez en el día. Al principio se muestra sorprendido de verme otra vez, sin embargo, oculta su expresión y esfuerza una sonrisa, permitiéndome el paso. Con premura me quita mis pertenencias para llevarlas al armario de abrigos.
—Pase, por favor, señorita Myers. Por aquí—dice el hombre—. Han terminado de cenar hace unos momentos.
Las piernas me tiemblan como gelatina. Debo reconocer que escuchar más sonidos que en la tarde me aterra enormemente. Las personas le dan vida propia a tan escalofriante lugar.
Me relamo los labios cuando llegamos a la sala de estar y me encuentro cara a cara con un grupo de personas. Todos están sentados en diferentes sillones a excepción de Douglas y un hombre de cabello castaño y estatura prominente.
Me encojo cuando las miradas de ellos se posan sobre mí.
—¡Eleanor! Sabía que vendrías. —Douglas pasa a través de la familia que no deja de verme con recelo—. Me da mucho gusto volverte a ver.
Ante repentina aparición mía, una mujer rubia, hermosa y de rasgos afilados alisa su vestido morado y se pone de pie.
—¿Quién es nuestra inesperada invitada, Douglas?
Douglas se queda parado a mi lado como barrera protectora contra depredadores.
—No es inesperada, Fanny. Rowan insistió en que todos sus hijos debían estar presente en la lectura de su testamento.
—¿Qué estás diciendo? —pregunta el hombre de cabello castaño.
—Como lo escuchas, Kendrick. —Douglas me toma del hombro—. Ella es Eleanor Myers, segunda hija de Rowan, y tu hermana.
Madre mía, van a devorarme.
Algo les cambia en la mirada a todos ellos. Ya no hay simpatía o amabilidad, abarca el desconcierto y el rechazo —especialmente por parte del treintón de cabello chocolate—. Por esta misma razón jamás quise conocer a esta familia. Porque incluso en otras circunstancias, nunca obtendría su bienvenida. Yo no era más que una infiltrada en su perfecta y funcional familia.
Además, no hay que olvidar que mi progenitor fue asesinado y que uno de ellos puede ser el posible asesino.
—¿Por qué no me sorprende que el viejo haya tenido una hija bastarda? —pregunta una joven. Al instante reconozco a las mellizas. Las dos cargan con un rostro serio y nariz respingada como la mía. A pesar de que poseen una cabellera rojiza y ondulada, sus ojos oscuros contrastan a la perfección cuando me fulminan con la misma expresión vacía—. Si encontramos a todos los otros formaremos el «Sindicato de hijos ilegítimos de Rowan Craig».
Guao. Tiene mi carácter.
—¡Yvaine! ¡Ten un poco de respeto! —le reprende su melliza.
A la vez que rueda los ojos fastidiada, Yvaine se cruza de brazos y le hace caso a su hermana.
Creo que voy a vomitar de los nervios.
Para romper el silencio que formó mi presencia, Douglas toma la palabra.
—Ya que estamos todos aquí presentes...
—Douglas. Voy a interrumpirte antes de que empieces—dice el hombre castaño—, y espero que concuerdes conmigo. —Me lanza una mirada llena de repelo. Enarco una ceja por su manera de rebajarme—. No encuentro correcto que una desconocida nos acompañe en un momento familiar.
ESTÁS LEYENDO
La dama oscura ©
Genç Kurgu"Los Dioses han desaparecido del mundo mortal... ... ahora es tiempo que sus herederos caminen entre nosotros" Cuando Eleanor Myers viaja hasta Edimburgo para presenciar la lectura del testamento de su fallecido padre, jamás esperó conocerlo a él...