Capitulo 3: En busca de la felicidad

185 18 0
                                    

El mundo era cruel para algunos, Locochon siempre trabajaba hasta sentir su cuerpo gritar por descanso.

"¡Locochon!, ¡ven aquí ahora mismo!", un hombre grito verlo le causaba incomodidad en ese lugar frío y desolado, se inclino mostrando respeto con la cabeza baja y ojos mirando a la oscuridad que se mostraba bajo sus pies ¿que quiere esta vez?, pensaba una y otra vez siempre esperando una orden.

"Tirarlos, ya sabes", el hombre tiro con un ruido seco una bolsa llena de partes de animales aun ensangrentados no eran animales y el lo sabia prefería la ignorancia y seguir vivo.

Tomo la bolsa camino por los pasillos sus pasos resonando en el basto silencio, orejas de lobo siempre alertas ante el peligro nunca se a sentido seguro, sabe lo que se hace en este lugar, sabe que los esta ayudando pero lo ignora como lo a hecho toda su vida.

Llego al sótano vertiendo el contenido de la bolsa en una caja llena de lo mismo, sus ojos fijos al piso, terminando tiro la bolsa y salio de ese lugar que tenia un olor fuerte para su olfato.

Camino de regreso pensamientos de culpabilidad nublaban su mente sentía los pies débiles manos temblando, no podía con esto, girando sobre su talón el corrió su respiración se aceleró tomando bocanadas de aire se detuvo.

Delante de el unas puertas marrón eran la salida pero al pasarlas encontraría la muerte a manos de cazadores los mismos que lo han estado usando, era consiente de que lo matarían en dos días lo escucho de aquel hombre ya no le era útil así que seria reemplazado por otro hibrido.

Abrió la puerta de una patada, vacío no había nadie solamente el relajante sonido de los hojas bailar con el viento lo acompañaba, no entendía ¿donde están?, siempre cuidaban, algo debió pasar pero a el no le importaba, solo quería irse y así lo hizo.

Corriendo su cola se agitó, mientras sus orejas se relajaron, sus ojos picaron tratando de llorar y por primera vez sintió la desesperación y felicidad, el haber vivido años en ese lugar no le dejo sentir nada.

Río histericamente parecía un loco pero el era la persona más cuerda en ese lugar.

------------------------------

El chisme se propagaba como una llama que de algún modo todos se enteraban, escucho en una taberna aldeanos susurrar,- ¿ya te enteraste?, existe el paraíso de híbridos-, dijo un aldeano a otro, -dicen que esta protegido por una magia rara-, susurros -yo escuche que muchos cazadores irán a buscarlo-.

Sentado en una esquina, orejas y cola protegidos por un manto negro, atento a los aldeanos hablar, ¿será cierto?, se preguntaba, eso era imposible le decia su mente pero en su interior esperaba que fuera verdad.

En un abrir y cerrar de ojos se encontraba de vuelta al lugar que escapo, un edificio de dos pisos hecho de piedra, sabia que era estúpido lo que estaba apunto de hacer pero ahora descubrió una esperanza a la que aferrarse.

Entro sigilosamente, su mano empuñando una espada de hierro robada, llego a la oficina del jefe, abrió la puerta y entro, rebuscando entre los papeles del escritorio y los cajones, no encontraba lo que buscaba, golpeo fuertemente sus puños contra el escritorio, estaba frustrado.

"¡Locochon!, eres tu?, parece que estas buscando algo" hablo sonriente aquel hombre que lo crió solo para servirle tantos años, sostenía un mapa para llegar al reino de híbridos, Locochon lo quería y lo necesitaba.

"Parece que te has revelado, fuiste desobediente al irte pero ahora que estas devuelta al matarte tus partes serán dejadas junto a las demás que has tirado", aquel hombre hablo, Locochon lo ignoro no le importaba que decía el hombre solo quería el mapa.

Apunto con su espada el cuello del hombre "¡dame el mapa!", demandó Locochon listo para enterrar la espada en el y matarlo.

El hombre río no parecía sentirse amenazado, y sin darse cuenta el hombre ya había corrido por el pasillo sus pasos sonando por el eco.

Cobarde, pensó Locochon siguiendolo, al ser parte lobo alcanzó rápido al hombre y sin esperar más clavo la espada en su pecho la sangre salpicó en su cara sintiéndose asqueado.

"¡Ni defenderte puedes!, ¡eres un maldito estupido!", se burló del cuerpo tirado frente a el, fue tan fácil matarlo ¿por que no lo había hecho antes?, era mas rapido y fuerte que ellos, tenia miedo fue eso pero la espada lo hizo sentir superior.

Suspiro, tomo el mapa y se fue nuevamente de aquel edificio, escucho muchos rumores en aquella taberna y cada vez se sentía convencido de que eran ciertas por eso había regresado pero ahora estaba seguro de que nunca volvería.

Tardaría en llegar a su destino, y el esperaba que valga la pena.

La realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora