El niño que tenías besando tu cuello no era el que conocías, era otro, era un niño completamente hormonal y lleno de deseo.
Los besos que te daba en tu cuello te exitaban demasiado, en un abrir y cerrar de ojos el estaba sentado en la cama y tu encima de él con tus piernas alrededor de su espalda.
Poco a poco te fué desabrochando tu bra, con una delicadeza que te hacía poner más exitada, tiró tu bra para quien sabe donde y empezaron a quitarse la ropa mientras se besaban apasionadamente.
-No sabes cuanto esperé por este momento.-Decía tu niño agitado.
Lo tiraste a la cama mientras te ensimabas de él de una manera muy sexi que lo volvía loco, lo besaste desde su pecho hasta llegar a su boca, donde ligeramente jalabas su cabello.
No te diste cuenta en qué momento el estaba sobre ti, besando y dejando varias marcas en tus pecho, le lograste quitar el bóxer y te acorralo contra la pared mientras te metía su gran erexion.
Te llenaste de placer, dolía pero te gustaba, era tu primera vez y estabas segura de que te sentías en el cielo.
Tus gemidos era tan fuertes que lo ponías nervioso.
Luego se acostaron en la cama, se puso su pantalón y tu te pusiste su camiseta, y te quedaste dormida en un sueño profundo.