Él

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holaaaaaaaaa :) antes de que empieces a leer, quiero avisar que lo he escrito con todo el cariño del mundo y tratando lo mejor posible dicho tema :) posiblemente si veo que gusta mucho, haga segunda parte XD bueno kisses de kiwis!!!!! <33

Una gota que impacta en el suelo. Una lágrima que limpio con mi dedo. La suave caricia del viento frívolo por todo mi cuerpo. Mi corazón deshaciéndose en cenizas a causa del incendio que arde en mi interior. Miro hacia delante y toco la fría piedra que se encuentra frente de mí. Te prometí no llorar, pero no me dijiste nada de hacerlo en silencio. Me prometiste que nunca me ibas a dejar, ¿y ahora qué? Ando como brújula sin rumbo, mirando hacia los lados con vértigo de caerme del puente que estoy cruzando.

A mi izquierda, veo todos los deseos que nunca pudimos llevar a cabo. Los besos que en nuestras pieles como quemaduras de tercer grado se quedaron grabados. Las risas que juntos compartíamos sentados frente aquel sitio abandonado, bebiendo a morro de la botella contando chistes malos, que en realidad, eran los intentos de darle una burla a nuestros duros momentos.

Por otro lado, veo las lágrimas que los dos derramamos tantas veces entre gritos. Los cristales de las botellas hechas añicos al ser impactadas contra el suelo. Las últimas miradas que reflejaban el mismísimo infierno.

¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué no marcaste mi número aquella madrugada? No me cogiste la mano cuando te la ofrecí. No me miraste cuando te lo pedí. Y ahora siento que la mayor culpa recae sobre mí. Ahora mis sueños han sido sustituidos violentamente por unas pesadillas que hacen que me asfixie cada noche con angustia. Ahora no soy capaz de mirarme al espejo sin llorar.

No entiendo cómo pudiste echar a volar si ambos sabíamos que no eras capaz jamás de hacer algo así. Aún recuerdo verte sentada en aquel banco con tus cascos puestos mirando a la nada. Llevabas esa sudadera negra tan ancha que tanto te gustaba, con unos pantalones anchos vaqueros deshilachados y manchados de tinta negra. Aún recuerdo como sonreíste de lado cuando te pedí fuego para el cigarro. Unimos en silencio un lazo que desde ese entonces creí que nunca se llegaría a romper, pero me equivocaba.

También, el sonido de tu risa hace eco en mi cabeza cada vez que cierro los ojos y te paro a pensar. Cogidos de la mano, damos vueltas riendo bajo la fina lluvia que en esos instantes momentos estaba cayendo. La primera vez que viniste con los ojos rojos de tanto haber sollozado, y te agarraste a mi tronco con mucho pavor. La primera vez que abriste ese portón que tan difícil es de mostrar a los demás. Cuando sellamos nuestros labios, los tuyos llenos de frialdad, con los míos radiantes de calor que dar. Recuerdos no tan buenos como los despotismos que lanzabas al hablar, o la desgana que tenías al lanzar el humo con las últimas caladas. Los gritos que me lanzaste aquella tarde con 'Goner' de TØP sonando por detrás. Las lágrimas que nos hicimos derramar mutuamente cuando nos vimos en la obligación de tenernos que separar. Pero todo esto, solo son momentos que con añoranza solo puedo guardar en mi memoria.

Ni yo ni nadie lo esperaba. Creo que ni ella lo supo con seguridad, la conozco. Por lo que entre lágrimas su madre me consiguió contar a través de la línea telefónica, hizo que mi sangre dejase de circular en ese instante. Tras un largo turno de noche al llegar a casa, encontró la casa encharcada. Con paso enfadado, fue hasta el cuarto de baño donde halló a su hija en estado inerte. Es el mayor dolor que alguien puede sufrir en la vida, y no lo llegas a saber hasta que llega tu menos deseada pérdida.

¿Por qué te tomaste aquel bote de pastillas? ¿Por qué dejaste correr el agua fría sobre tu cuerpo hasta ahogarte y dejarte sin vida? Me culpo y me culparé por una eternidad por no haber sido tu salvavidas. Lo fui durante un tiempo, pero te dejé caer. Y ahora yo también me encuentro en riesgo, ya que mis pies se mueven torpes haciendo que me tambalee inseguro.

Nunca fuimos la pareja perfecta. Nunca fuimos lo que se llaman almas gemelas. Teníamos comprensión. Yo escuchaba sus silencios llenos de dolor y rabia, e intenté cerrar las heridas que tenía provocadas. Pero no se dejó y se cerró al completo. Me impidió que siguiese viendo ese brillo tan característico que iluminaba esas almendras de iris verdes. Me impidió sujetar su piel de porcelana. Me impidió vernos en las últimas semanas, dejándome como últimas palabras la discusión que dio nuestra relación por finalizada. Esa noche lloramos frente a frente mucho, porque ella se había vuelto un enigma que yo me veía incapaz de descifrar. Sus risas eran amargas, y lo único que hacía era apurar las caladas de sus decenas de canutos que se tomaba. Yo me cansé de insistir en ayudarla porque se cerraba en banda.

Ahora lo pienso, y me doy cabezazos contra la pared hasta que se me olvide que nunca debí tirar la toalla. A pesar del dolor que me causaba eso, me tatué tus últimas palabras en el alma. 'Te odio.' Aún sigo escuchando las notas de voz que vía WhatsApp me enviaba cada noche tirado en la cama. Aún me miro las manos que tiemblan con tu ausencia.

Nunca supe que mi cuento de hadas finalizase así. Nunca antes pude llegar a imaginar, que el dragón acabase comiéndose a la princesa. Jamás me explicaron lo que el mundo en realidad me podía dar. No me dijeron que los dragones eran en verdad, trastornos difíciles con los que luchar. No me dijeron tampoco que mi final iba a ser llorar a alguien que se había ido de mi vida sin avisar. Me mintieron todo este tiempo. Me dijeron que los chicos no lloran, y creo que mis lágrimas se han secado ya de tanto ser derramadas. Me dijeron tantas cosas, que metí la cabeza en el pozo de pensamientos queriendo ahogarme en ellos.

Y querido lector o lectora, nunca llegué a saber por qué realmente me suicidé yo después. Sí, yo también. Me vi solo, alejado de todo. Me sentí culpable, por no haber reaccionado ante sus socorros silenciosos. Olí el miedo salir raudo por mis poros. Saboreé con lentitud las últimas caladas que le di al cigarro. Y por último, escuché los golpes de la guadaña abriéndose paso. Y no somos los amantes de Teruel, somos víctimas de este cuento que perfecto dice ser. Un cuento estructurado en tinta y papel, con pasos muy marcados. Un cuento donde el sentimiento más palpable, es el de los latidos de vuestros corazones desbocados. Y querido lector o lectora, me despido de la historia que tanto hacen por ocultar. La historia que por mucho que retiremos la mirada, es real.

Un cuento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora