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El sol daba sobre Minho, quien envolvía a Taemin en una suave cama cubierta por un dosel y un cálido mobiliario de madera. Parpadeó hacia la luz del sol, su perezosa satisfacción se convirtió en confusión y luego en consternación ya que de alguna manera había pasado la noche en la casa de Taemin, perdido en el placer y la carne, alimentándose de los pequeños ruidos y lágrimas saladas de Taemin. El persistente olor del placer de ambos, lo asfixiaba, por lo que apartó las sábanas, agudizando la vista y sintiendo la garganta seca, mientras buscaba el baño. Taemin gimió y continuó durmiendo, sus pestañas oscuras reposaban contra sus pálidas mejillas, y su boca roja abierta, estaba humedecida con saliva. Las contusiones anteriormente amoratadas en su cara, espalda y costillas, estaban ahora tornándose verdes y amarillas. Minho recordó cuán descuidado había sido con ellas la noche anterior, y la forma en que Taemin no se había quejado en lo más mínimo. O bien el chico disfrutaba del dolor o estaba dispuesto a soportarlo a cambio de placer.

 Se aclaró la garganta, pero Taemin sólo se quejó en su sueño y siguió durmiendo. Después de usar el baño adjunto, Minho se puso su ropa del día anterior, abotonándose la camisa lentamente mientras miraba al joven en la cama, tratando de hacer que su vida volviera a encajar en la que él conocía. Incapaz de hacer que eso sucediera, finalmente se acercó a la cama, retirando el cabello de Taemin de su frente y le dio un beso allí. Un calor que casi había olvidado, una especie de alegría y de paz combinada, se propagó a través de él. Puede que no conociera el futuro, pero en este momento al ver que este hermoso hombre era suyo para siempre, no sentía arrepentimientos.

Salió de la habitación y cerró la puerta con cuidado detrás de él, se dirigió hacia la parte delantera de la casa, no sabiendo si iba a la salida o simplemente en busca de algún tipo de desayuno. Sólo sabía que se sentía demasiado inquieto, acelerado con anticipación y dosificado con una cantidad generosa de sorpresa, como para permanecer sentado. Las escaleras lo llevaron a la sala frontal y dos sirvientes beta estaban susurrando cerca de la puerta. Cuando lo vieron, sus caras se pusieron serias y el llamado Taeyong, dio un paso adelante preguntando cortésmente:

—Señor, ¿quiere su abrigo y sombrero? ¿O se unirá al señor Lee para el desayuno?

Minho abrió la boca para pedir sus cosas, pero entonces su estómago rugió. La última comida que había tenido había sido la sopa que JongIn le obligó a comer, y había estado físicamente muy activo desde ese entonces. Además, supuso que enfrentar a Kibum con valentía y a solas, en lugar de salir corriendo avergonzado, era lo menos que podía hacer después de la generosidad que le había mostrado ayer por la noche al descubrirlo desnudo con Taemin.

Su cuello se sintió arder al decir:

—El desayuno.

—Por aquí, señor. —Taeyong le hizo un gesto hacia una habitación al lado de la cocina que Minho recordaba de las fiestas. No era el gran comedor o salón de baile, sino una pequeña sala soleada con una mesa que durante las fiestas, era llenada con aperitivos y dulces.

Ahora sólo tenía a Kibum, sentado con una bata blanca, el pelo rubio desordenado y lo que parecía ser glitter plateado en las pestañas. Minho no lo había notado la noche anterior, pero brillaba con la luz del sol de la mañana, cuando Kibum levantó los ojos y le mostró una agradable, aunque algo reservada sonrisa, haciendo a un lado el periódico que había estado leyendo para indicarle la mesa.

—Me disculpo si...

—Por supuesto que no —interrumpió Kibum, como acostumbraba hacer—. Por favor acompáñame. Toma asiento. Por lo general Taemin duerme hasta tarde, algo que tendrá que cambiar en Haeundae. —Agarró un pan tostado y le untó mermelada, cerrando los ojos mientras daba un bocado y lo saboreaba—. El sabor perfecto. ¿Te gusta la mermelada? —

RISE - 2MINKEY-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora