Capítulo 2. 🐺

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Abrir los ojos es más difícil de lo que recordaba. Los párpados me pesan, parece que están pegados.

Escucho movimiento a mi alrededor, personas hablado y diciendo cosas que no entiendo.

Logro abrí un párpado y veo todo borroso, como si todo pasará tan rápido que solo logro ver manchas borrosas.

El lugar es tan blanco que las luces logran dejarme ciega por unos segundos.

Abro la boca y nada sale. No logro hablar ni decir nada.

Abro los ojos; y una mujer vestida de enfermera se me hacerca. Me alumbra los ojos con una pequeña linterna que saca de su bolsillo.

— Vaya, al fin... — dice y me mira con una sonrisa — Le diré al doctor que ya despertaste — dice y sale de la habitación.

Quiero agua. Parece que estuve comiendo arena.

— Buenos días — dice el doctor.

— Hola — mi voz sale ronca y apagada. Me duele horrores la garganta. Hago una mueca de dolor y me llevo la mano a la garganta.

La enfermera viene con un vaso de agua, que me da de beber de a poco.

Le agradezco y me fijo en el doctor.

— ¿Por qué estoy aquí? — digo con una mejoría en mi voz pero sigue saliendo algo ronca.

— Dime qué recuerdas del accidente — dice sacando una lapicera y su cuaderno.

— ¿Qué accidente? — digo perdida y arrugó el entrecejo. Él me mira curioso.

— ¿No lo recuerdas? — pregunta algo inquieto.

— No, no recuerdo nada de un accidente... No sé que hago aquí... No recuerdo nada — digo y trato de pensar pero mi mente está en blanco. No hay nada.

— Mmm — dice y se rasca la barbilla pensativo.

— ¿Quieren decirme al menos mi nombre, mi edad, tengo casa al menos? — digo con sarcasmo. Creo que esto me está afectando.

¿Que accidente?

¿Por qué no recuerdo nada?

¿Quién soy... Quién fui?

Ellos me miran trabado de pensar que decir y que no.

El doctor abrió la boca para hablar, pero se vio interrumpido por alguien que entró a tropicones a la habitación.

Sus ojos conectan con los míos. Sus ojos azules, llenos de felicidad y asombrado, su sonrisa de oreja a oreja. Su cabello desordenado por la maratón que habrá hecho hasta aquí. Su respiración agitada por correr, sus manos temblorosas.

Se acerca a mí cama y yo lo miro con curiosidad.

— Al fin despertaste — dice sin creerlo aún.

— Si — digo con duda — ¿Quién eres... Tú? — digo con cara de duda y una mueca.

Él abre los ojos me mira y luego al doctor a la enfermera y luego otra vez a mi.

— Creo que son los efectos del coma o el accidente — dice el doctor.

— Sigo aquí — agitó mi mano o eso intento, mi brazo parece de gelatina — Si lo que dice es cierto y estuve en coma... — digo tratando aún de asimilar todo y hacer memoria pero nada viene a mi mente — ¿Cuánto tiempo estuve dormida?

— Dos años, siete meses, tres días y siete horas — dice él hombre que entró hace unos minutos, abro los ojos.

— Eres algo obsesivo — digo con una mueca y él sonríe.

Recuérdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora