8. La despedida

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La despedida

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Pandora lloraba en silencio detrás de Ikki, ninguno decía nada, no se miraban siquiera. Era tanta la tristeza que sentía por todo lo ocurrido gracias a la caja maldita que no se atrevía a pedirle a su acompañante que abordaran algún transporte de regreso ya que le dolían los pies. Prácticamente caminaron desde el castillo hasta el hotel. Una vez que llegaron seguían sin dirigirse palabra hasta que él rompió el silencio.

—Espera aqui —le dijo mientras iban por la recepción.

Pandora tomó asiento dejándose caer en una de las bonitas sillas de la recepción, jamás había sentido dolor en los pies como hasta ahora. Jamás había sentido dolor realmente y era la primera vez, en todos los sentidos, que había hecho un esfuerzo como ese sintiendo dolor físico como recompensa. Aunque su corazón roto dolía mucho más desde la noche anterior.

Ikki volvió llevando un papel en la mano sin cambios importantes en su actitud o expresión facial.

—Vamos arriba, debo hablar con Atena sobre todo lo ocurrido.

—De acuerdo...

Regresaron a su habitación mientras Ikki buscaba el teléfono sin ocultar el fastidio que sentía por tener que usar un aparato como ese cuando, bien podría, llamarla usando el cosmos y todo quedaría resuelto en cuestión de segundos. Sin embargo la advertencia de la diosa había sido clara: nada de cosmos por el momento.

—Necesito hablar con la Señorita Saori —Tastumi fue quien respondió al teléfono indicando a gritos que la señorita estaba ocupada y que había pasado demasiado tiempo sin reportarse—. Escucha, lo que haya estado haciendo no te incumbe. ¡Solo quiero hablar con ella! —respondió sumamente molesto.

Al otro lado de la línea se escuchó la voz molesta de Saori exigiendo que le diera el auricular.

—¿Qué sucede Ikki? No esperaba una llamada tuya.

—Tenemos que hablar de algo importante. Hicimos un descubrimiento en el Castillo Heinstein y no sé bien... qué será lo mejor.

—¿Qué hallazgo? —Saori estaba más desconcertada por el tono de voz molesto que Ikki tenía y le preocupaba— ¿Está todo bien?

Pandora solo esperaba a que Ikki dijera lo que tuviera que decir respecto a lo ocurrido: que ella era una mentirosa, que sabía que la caja estaba ahí y solo deseaba recuperarla para desatar otra guerra santa y demás acusaciones. Solo esperaba con paciencia la sentencia que la diosa le hiciera cumplir.

—Entre los objetos que buscaba Pandora en el Castillo apareció una caja fuerte que era de su familia y dentro estaba la caja que tiene el espíritu de los dioses gemelos: Hypnos y Thanatos.

—Dioses... ¿Ikki, tienen la caja con Ustedes?

—Si, aquí la tenemos y está cerrada. No hay forma de abrirla —respondió hermético.

—Eso me tranquiliza, esa caja no debe quedar desprotegida. Eso quiere decir que ambos dioses volvieron al interior a esperar otros 243 años o menos. ¿Qué hará Pandora con esa caja?

—¿Qué hará ella? —pregunto sin entender del todo.

—Si. Imagino que ella fue hasta allá a recuperarla ya que, tengo entendido que su familia la resguardaba hasta que murieron, según leí rápidamente en un documento que estaba en el Santuario: los Heinstein han tenido la caja, al menos, desde la pasada guerra Santa.

—No quiero interrumpirte, pero ella no nos informó que vendría a buscarla y yo no creo que lo haya hecho sin conocimiento —Ikki no se lo iba a guardar y Pandora lo miro preocupada por el rabillo del ojo.

El retrato de fräulein HeinsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora