Prólogo.

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Me presento, soy Leila. . . Leila Neri. Escribo esto en mi diario en el cuarto del hotel en el que nos refugiábamos para poder vernos escuchando la canción que tanto solíamos escuchar, específicamente Quarto de hotel - Hareton Salvanini, para que si algún día mis escrituras salieran a la luz todo se supiera, pues mi vida después de cambiarme de escuela no fue la misma y dio un giro bien bien raro y curioso. Mi primer amor verdadero no fue como el de muchas otras jóvenes a los 16 años, no era específicamente un chico de uno ochenta con un corte de cabello aburrido y similares al resto, y tampoco me enamoré de aquella persona como las películas lo muestran; no me trajo un ramo de flores a mi casa, ni tampoco me llevo a conocer a la ciudad de noche en su deportivo rojo descapotable, no me presto su chamarra de jugador de rugby ni mucho menos me obsequió una serenata al orilla del lago de la ciudad en medio de un día nevado. Esa persona, mi primer amor fue de hecho una chica. . . Una chica un año mayor que yo, corte liso y completamente largo color castaño con sus lindas y características puntas color miel aparentando llamas provenientes desde la punta de su cabello, tenía una chasquilla desordenada en ese momento, medía un metro setenta y cuatro, su piel pálida era una de sus mejores atributos pues hacía que el color de sus ojos color vino tinto resaltaran como una gota de sangre en medio de la nieve. Era un privilegio que aquella te mirara de pies a cabeza con su mirar lleno de demostraciones hipnóticas, te podía llevar astralmente a la delgada línea de la vida y la muerte y ni cuenta te dabas. Ella tenía ascendencia europea pero sin duda había nacido en Japón, exactamente en Chiyoda, la ciudad donde mis padres ayudaron a nuestro encuentro.

Si se preguntan por mi sería una pérdida de tiempo, pues era y soy una chica común, tan común que aburre; Joven de un metro sesenta y tres, ni alta ni baja para el promedio de mi población, cabello con pequeñas ondas castañas claras, ojos de un azul marino que a mi amada Ada amaba y que se perdía locamente en ellos cuando intentaba discutir conmigo sobre alguna cosa irrelevante. Tez de porcelana que algunas otras pecas decoraban el dulce color de mi mejillas sonrojadas con la fría calidez de la presencia de Ada. Nacida y criada en Japón, Chiyoda.

Por desventaja no toda nuestra vida fue llena de rosas olor a café, de lo contrario no estaría escribiendo esto a media noche arropada con el frío y solitario silencio de una ciudad que te hace creer que todo es irreal.

Mi Ada, espero te guste, y siento tanto recordarte que desearía poder sentir nuevamente el sabor agridulce de tu presencia. Sé que consecuencias traerá esto cuando se haga público, y me da exactamente igual.

Este libro va para ti,

dedicado a ti,

mi delicada furia,

mi bella vampiresa. 

Manzana, posesión y dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora