—Ataques de muerte—
Todo era un caos en el castillo, los vampiros enemigos entraron en el territorio de los Volturi y la mayoría fueron masacrados. Los hombres lobos completamente desquiciados, atacaban y descuartizaban a cualquiera que se interpusiera en su camino.
Los hijos de la luna no eran alguien con quien quieras tratar. Caius lo sabía más que nadie. Eran unos dementes, enloquecidos por la maldición que portaban sus cuerpos, amantes de la masacre y enfermos por el caos. Los hijos de la luna vivían con la perspectiva de asesinar y eliminar lo que les rodea menos a ellos mismos, eran peligrosos y desalmados.
Caius ahora mismo es más consiente de esas características repugnantes. Acorralado por segunda vez en su vida por estás criaturas como en la guerra que él y sus hermanos tuvieron antes de conocer a su esposa. Ahora, una vez más, herido y débil intenta ponerse de pie para intentar dar un último golpe como el guerrero honorable que es. Los monstruos a su alrededor se ríen de una manera enfermiza y repulsiva, y Caius solo desea poder borrar la sonrisa de sus caras peludas y deformes.
Los deseos de Caius son escuchados, los vampiros enemigos y los asquerosos perros caen al suelo con gemidos lastimeros y rugidos de dolor puro. Caius observa como la piel de los vampiros se agrietan hasta separarse lentamente de sus cuerpos, pronto lo único que queda de esas vergüenzas para su raza es solo mero polvo donde una vez hubo piel dura, veneno y gritos de agonía. Con los lobos se ve de manera diferente, su piel peluda comienza a envejecer y cabellos blancos pronto se ven en su pelaje, sus rugidos son más potentes y pareciera que cada segundo doliera más. Caius no duda que sea así y ciertamente se alegra por esto, una sonrisa psicótica aparece en sus labios en respuesta. Luego de lo que parecieron minutos, de los grandes y formidables lobos solo quedan cadáveres blancos y viejos.
Caius está a punto de felicitar a quien sea que haya hecho eso, aún si esa persona puede ser la causante de su propia muerte. Pero no puede abrir los ojos lo suficientemente rápido en su estado de debilidad, solo lo logra cuando siente brazos cálidos y delgados envolviendo su cuerpo y escucha sollozos sin lágrimas.
— Pasé tanto miedo cuando te vi acorralado por esas pestes. ¡Creía que no te volvería a ver Caius! - Regina gime pateticamente aún sin soltar a su esposo, su boca suelta sollozos lastimeros y sus ojos inyectados en veneno muestra las lágrimas que desea derramar.
— ¿Tú fuiste quién hizo esto, mia cara? - Regina asiente apresuradamente, sus brazos envolviendo con más fuerza a Caius haciéndolo soltar un siseo de dolor.
— Lo siento, no fue mi intención. ¿Estás bien? - Regina habla de forma apresurada, sus ojos rojos moviéndose frenéticamente por el cuerpo de su marido buscando una herida mortal.
— Nada que un poco de sangre no sea capaz de arreglar, cariño... Pero ahora, hay algunos infractores de ley de los que debemos encargarnos.
•••
— ¡Maravilloso! ¡Sencillamente, maravilloso! - Aro se veía en el tope de su felicidad luego de observar los pensamientos de su esposa. Caius ahora recuperado y con su sed saciada se burla de la imagen.
—¿Qué te tiene de esa manera Aro? Creía que estarías de mal humor luego de saber todas las bajas que provocaron los intrusos - cuestiona Marcus con ligero interés, más preocupado por reparar los daños hechos.
— ¿Cómo no podría estarlo hermano? La nostra reina está dotada con un poder inquietantemente poderoso. Se encargó ella sola de los enemigos que rodearon a Caius y de la mayoría de los vampiros infractores. - Aro le envía una mirada enamorada y maravillada a Regina, quien fácilmente la ignora concentrándose en mimar a Caius y comprobar si está completamente bien.
— ¿Dotada? ¿Qué tipo de don tan poderoso tienes para acabar con los intrusos tan fácilmente y tener así a Aro, mi amor? - pregunta Marcus ahora curioso, todo lo que tenga que ver con su pareja lo distrae de todo lo que pudiera considerar una prioridad.
— Es algo que he descubierto hace una semana, cuando toqué el capullo de una flor que comenzó a florecer hasta que se marchitó y se convirtió en polvo, lo mismo le ocurrió a un humano que tenía la intención de hacer mi comida. - explica Regina aún con sus manos en la cara de Caius, acariciando su cabello y disfrutando de los ronroneos placenteros que recibe a cambio.
— ¿Es esa la razón por la evitaste tocarnos esta última semana? - cuestiona Aro, su voz cambiando de enamorada a seria.
— Si, quería aprender a controlarlo antes de decirles nada, y no quería que se acercaran mucho porque podrían terminar de esposos vampiros encantadores a polvo en el aire. - Regina se ríe levemente de su propio chiste.
— ¿Y cómo funciona este don querida? - pregunta Caius.
— Que te lo explique Aro, parece ansioso por compartir la información.
— Amo la manera en que me conoces tan bien, amor mío. - comienza Aro con palabras enamoradas — Pero volviendo al punto, su don le permite hacer envejecer todo lo que esté vivo hasta el momento en que ella entienda o le de la muerte. Como nosotros siendo inmortales no podemos envejecer hace que nuestro cuerpo se agriete hasta que se rompe y nos volvemos cenizas.
— También es muy doloroso. Cada víctima con la que lo he utilizado han gritado en agonía mucho más de lo que lo ha hecho cualquiera de las víctimas de Jane. - continúa Regina a la explicación de Aro, aún si separarse de Caius y solo acurrucándose más a él quien feliz la recibe.
— Así es. Puede hacerlo con varias personas a la vez. El contacto físico acelera el proceso y hace que el dolor sea más intenso pero limita a su regalo a una sola víctima que si lo hiciera a través del contacto visual. Solo puede utilizarlo a una distancia media, bastante más amplia de lo que el don de Jane puede llegar pero su espalda queda vulnerable porque al hacerlo a distancia requiere más concentración. - explica Aro los puntos flacos de su poder y lo que es capaz de hacer.
— Bastante impresionante, dolcezza. Nunca había visto un vampiro con un don tan peligroso como ese. Técnicamente aceleras el crecimiento de la vida - elogia Marcus, enamorado y embelesado por la información.
— Una mujer poderosa, para tres hombres poderosos. No pudimos pedir mejor compañera. - ronronea Caius haciendo sonreír a Regina, Marcus y Aro no pueden evitar acercarse a su esposa y asentir en acuerdo.
mia cara - mi querida.
La nostra reina - nuestra reina.
dolcezza - dulzura.
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Blood Queen •|Volturi Kings|
Fiksi Penggemar•Todo rey necesita una reina y en los vampiros eso no es una excepción. Bella tiene el placer de conocer a la mujer que ocupa el trono junto a los Volturi. Ella podría ser la ayuda final que necesita para que los Cullen sobrevivan al peso de la ley...