Capítulo 11

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¿Qué placer puede haber en un amor que no encierre en sí el ... absoluto de una de las dos partes? — Soren Kierkegaard

Pov: Killian Daves 

Después de la ducha baje al salón, todo estaba recogido y todos parecían haberse marchado. No quedaba ningún rogue y Alarik tampoco estaba. Allí solo quedaban los cuerpos de los que asesinaron.

Me decidí por dar una vuelta por toda la casa aunque ya sabía que no estarían. Quería encontrar el camino al refugio, porque sabía que irían allí, oí decir que había que ir al norte desde aquí y seguir las señales de los árboles.

Agarro una bolsa y meto provisiones para continuar con el camino. Voy pensando en que de nuevo Alarik se había ido, si hubiera sido un secuestro habría gritado, si les hubieran atacado lo habría oído. Así pues, después de todo yo me había quedado solo de nuevo, y la voz de mi cabeza no ayudaba.

Era de noche cuando empecé a oírlo, lobos acercándose a toda velocidad. No sabía muy bien qué es lo que podía hacer, recordé cuando Raelyn nos ayudó a escapar. Busco aquellas flores y al verlas me subo al árbol que hay cerca. El olor de la flor me marea, pero siempre dicen que yo no soy del todo lobo, debía aguantar.

Los lobos se paran justo en el sitio en el que estaba antes y comienzan a buscar.

—No está — uno de ellos se transforma

—Tiene que estar cerca, buscar árboles con matalobos en sus raíces, seguro que se ha puesto en esos — el líder es el que da la orden y si siguen el plan me encontraran rápido.

— ¿Qué hacéis perdiendo el tiempo? Hay que alcanzar a esos dos. Son traidores —la voz me recuerda a alguien y cuando sale de entre los arbustos, la veo. Devika Allen.

—Alfa su olor está aquí, no ha podido huir muy lejos, la única manera de perder el rastro...

—¿Me insultas? Crees que no lo sé, gracias por tus inútiles palabras, ahora sigue las órdenes.

Todos siguen su camino, Devika se queda un poco atrás, y recorre la copa de los árboles con la mirada. Parece que no ve nada, y sigue el camino de los otros lobos.

Ha estado cerca.

— Rogue — me giro y veo a una chica, parece que acabe de ver algo malo, porque no para de mirarme. Debí haber revisado bien antes de bajar.

—Por favor — pues suplico, porque solo me queda eso o matarla... espera ¿qué? no, es muy joven, jamás haría eso.

—Pero... —sus ojos muestran su dilema, no quiere hacerlo pero sería traición no hacerlo — Yo...

Más lobos se acercan, lo oigo a distancia.

—Por favor, yo no he hecho nada.

La chica mira el suelo, y sigue debatiéndose.

— Me llamarán traidora.

—No se tienen que enterar

—Oleré a ti

—Puedo hacer que parezca que te he atacado.

—Eso sería humillante

—Por favor

Cierra los ojos para pensar, y cuando los abre parece que ha tomado una decisión.

—Rápido, venid —lo grita a todo pulmón y yo me dispongo a correr.

Me señala el árbol que hay a pocos metros, y yo corro hacía él. Me subo al darme cuenta de que tiene matalobos en sus raíces.

—¿Qué pasa?

—El rastro va para allá —la chica señala donde yo he ido —oler bien se fue por allí.

—Tiene razón —un hombre mayor dice aquello —aunque ese rastro no estaba antes.

—Sois unos inútiles, no me serviréis si no podéis oler. Volver a casa, al menos gracias a ella sabemos a dónde se dirige.

Espero un rato y me fijo bien en los alrededores, seguir caminando en esta dirección es mala idea, si voy por el este y luego tuerzo hacía el norte les será más difícil seguirme.

Camino durante toda la noche y el día siguiente, apenas sin dormir y dando vueltas, para que no pudieran seguirme, aunque creo que me he perdido. El cansancio puede conmigo, y me caigo al suelo. Todo se vuelve negro durante un tiempo, y en un momento siento algo clavándose en mí.

—¿Estará vivo? — es una voz de niño

—Alec aléjate de él —esa voz es fuerte, parecida a la de los alfas, noto sus pisadas cerca de mi cara y abro un momento los ojos, su mirada roja me recibe de inmediato.

—Así que un rogue, llevadlo a la manada —de nuevo me desmayo.

¿Qué placer puede haber en un amor que no encierre en sí el ABANDONO absoluto de una de las dos partes? — Soren Kierkegaard


Alfa implacable - PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora