-Esto no puede ser... ¡No permitiré que lo sea!
Mani gritó y sus lágrimas se mezclaron con la llovizna que empezaba a caer suave, como sumándose a su tristeza.
-Ustedes, los dioses del olimpo, los que se creen todopoderosos y juegan con los sentimientos de los humanos... no tienen derecho de arrebatármelo luego que me lo enviaran de otro mundo para que fuera mi destino...
¿Qué clase de destino es éste? El conocer el amor, la persona correcta, afin a mí en todo sentido, mi complemento, si me lo van a quitar de este modo, dejándome solo y con la culpa de que haya muerto por salvarme?
No lo acepto, reniego de todos ustedes y sus absurdas reglas para el amor... ustedes no saben nada del amor, de seguro que no lo han conocido y por eso no dejan que los humanos sí lo hagamos...
Lloraba, se aferraba al cuerpo de Kardia con desesperación, al borde de una locura que iba más allá de las palabras que gritaba al aire, al cielo, al infierno, al Dios que se quisiera hacer cargo por lo sucedido.
-¿Creen que me quedaré de brazos cruzados, viendo partir de este mundo a la única persona que hizo latir mi corazón? Ustedes no-
Fue como si de repente, una luz se abriera paso en medio de la cortina de agua.
... otro mundo... Kardia no era de su mundo...
Corrió a guarecerse bajo una galería y una de las mujeres, le entregó una manta para que cubriera el cuerpo que no quería soltar.
Sin saber bien que era lo que hacía o si funcionaría, sacó la espada de Kardia y la piedra que le había mostrado... la clave para volver al mundo del cazador.
-¿Qué estás haciendo?
Preguntó una de las mujeres.
-Salvándolo. Eso espero.
El italiano respondió, se sentó en el suelo y jaló de Kardia hacia sí, lo colocó sobre sus piernas y tocó la piedra con la espada.
Una luz cegadora destelló y lo siguiente que supo fue que estaban en una habitación llena de luz blanca brillante.
Manigoldo miró a su alrededor por un momento y vio a una hermosa mujer con túnicas blancas de pie ante una gran piedra negra.
Kardia yacía sobre una losa de mármol blanco y estaba completamente vestido de blanco.
Mani miró hacia abajo y él también estaba vestido de blanco.
¿Dónde estaba y porqué ese atuendo?
-Bienvenido, Manigoldo.
La diosa dijo suavemente. Su voz sonaba como el canto de los pájaros.
-¿Dónde estoy?
Preguntó Mani.
-En mi palacio, por supuesto...
Ella respondió acercándose a él aunque parecía flotar en lugar de caminar.
-Él... él murió por tu mundo y el mío. Murió para salvar a cinco mujeres humanas y una niña, murió para salvarme... ¿no hay nada que puedas hacer por él?
Preguntó el italiano, un nudo que no lo dejaba respirar formándose en su garganta.
-No, no hay nada que yo pueda hacer, pero tú sí...
Ella respondió.
-¿Yo?
Manigoldo preguntó, preguntándose a sí mismo, qué podía hacer además de matar a Kardia... Que obviamente lo había hecho bastante bien.
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De otro mundo
FanfictionManigoldo es un policía de la ciudad de Milán... su carácter fuerte pero comprensivo, lo ayuda a tener una visión abierta de lo que sucede. Kardia es un cazador de dragones en otro lugar y época, pero también es un Zmey, un dragón bueno. El destin...