6- Despertar del amor... y el miedo también...

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Kardia se recostó acariciando el brazo de Manigoldo ociosamente mientras sus pensamientos se arremolinaban.

Los poetas hablaban de tales uniones, pero él nunca había creído en eso.

Delirio romántico, eso era todo lo que había pensado que era, la unión física sin ir más allá de los sentimientos.

Nunca había necesitado estar junto a alguien, sentir afecto, ese deseo de volver a un lugar llamado hogar.

Pero ahora no deseaba dejar ese espacio donde se encontraba, no quería alejarse del lado de Mani.

Miró al techo y acarició sus labios con las yemas de sus dedos, experimentando algo totalmente nuevo en él.

El sabor de Manigoldo todavía estaba allí, en ellos, un sabor que nunca olvidaría aunque viviera cien, mil vidas de hombre.

Kardia nunca antes había conocido tanta ternura y pasión, ni creía que las necesitara.

Era un cazador, un Zmey... Esas cosas no eran importantes... o al menos eso había creído hasta ahora.

Por otra parte, estaban sus padres. Su vínculo había sido tan fuerte, que habían renunciado a una parte de ellos mismos para estar juntos.

Así decían, aunque perdieran una parte de sí mismos ganaban el todo, el complemento perfecto en el otro.

Su madre había renunciado a ser la mejor hechicera del reino, su padre renunció a la voluntad de su sangre, dejando atrás su don de convertirse en dragón, para seguir siendo un humano para siempre.

Era lo que su vínculo había requerido por ser de diferentes razas y eran felices así, viviendo en paz en la Aldea, habiendo formado una familia, teniéndolo a él, su único hijo, el que había heredado los poderes de ambos.

Pensar en ellos, y en lo que estaba sintiendo por ese hombre que apenas conocía, le produjo una punzada, tal punzada de anhelo que su pecho se sintió apretado como si fuera a ahogarse.

Manigoldo se acurrucó contra él y le besó la mandíbula.

-Me haces quererte...

Kardia susurró con voz espesa.

El italiano sólo sonrió.

-¿No es eso algo bueno?

Cuestionó preguntándose por qué Kardia parecía tan triste por eso.

-Me haces necesitarte en formas que nunca he necesitado. Eso es peligroso para un asesino cazador.

Kardia susurró y Mani se acurrucó más cerca de él.

-Ambos llevamos vidas peligrosas, Kardia... Haremos esto juntos. No sólo para salvar mi mundo, o salvar tu mundo, sino para salvar a esas pobres mujeres y a esa niña. Tengo que creer que el bien de alguna manera vencerá al mal... Soy policía, tengo que creer eso o lo que hago para ganarme la vida es un desperdicio sin sentido.

Mani respondió, sospechando que Kardia estaba preocupado por tener que trabajar juntos, en equipo, después de haberse amado.

Kardia suspiró y Manigoldo se incorporó sobre su codo para mirarlo.

-Necesitamos un plan... y necesitamos comida...

Agregó después de que su estómago gruñera.

Kardia rió ante eso.

-Bien... pero antes deseo amarte en mi forma real, si es que me aceptas...

-¿Te transformarás en un dragón aquí, en mi habitación?

De otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora