Capítulo 5- Origen

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Estaba en una cama, rodeada por un ambiente tranquilo pero cargado de preocupación. Las personas con las que había llegado me estaban proporcionando tratamiento. Todo parecía indicar que solo era agotamiento, pero la tensión en la habitación sugería algo más.

—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué la señorita T/n colapsó de esa manera? —preguntó una voz eufórica, llena de preocupación.

—Como le decía, señora, justo antes de irnos, parece que otros magos la interceptaron. No pude acercarme; al parecer, aislaron todo el parque con una magia antigua —explicó el hombre que había encontrado en el bosque.

—¿Cómo es posible eso? Ya casi nadie usa magia antigua —dijo la voz, llena de incredulidad—. ¿Cómo lograste romper la barrera?

—Yo no lo hice, señora... —El hombre me miró aún dormida, su expresión reflejando respeto y asombro—. Fue la señorita quien la rompió.

—¡Imposible! ¿Cómo una niña pudo romper una barrera de esa categoría? —exclamó la voz, alzando el tono en su incredulidad.

—Es su nieta, es una sangre pura. Su linaje de sangre es el más poderoso que conozco —respondió firmemente el hombre.

—Bueno... Eso es cierto, pero no me imagino que solo lo haya hecho y ya. Debe de haber algo más... —dijo la voz, ahora dudosa, pero con una chispa de reconocimiento en sus palabras.

—¿Qué hacen ustedes dos hablando tan descaradamente de la señorita? —entró una mujer de edad avanzada, su tono era firme y cargado de autoridad—. ¿Acaso dudan de su legitimidad? —exclamó, visiblemente enojada.

—¡No era mi intención! —argumentó la mujer, temblando ligeramente mientras el hombre se mantenía en silencio, su expresión una mezcla de vergüenza y respeto.

—Salgan ahora, solo están perturbando el sueño de la señorita —ordenó, con una firmeza que no permitía discusión. Ambos se apresuraron a salir de la habitación, sin protestar ni una palabra.

La anciana se acercó a la cama con una gracia y determinación sorprendentes para su edad. Se apoyó en un bastón que sostenía con la mano derecha, su mirada atenta y preocupada.

—¿Pudo descansar bien? —preguntó, sus ojos suaves pero llenos de una sabiduría que parecía traspasar el tiempo.

Me incorporé lentamente en la cama, sintiendo cada músculo que aún protestaba por el esfuerzo.

—¿Cómo sabía que estaba escuchando todo? —dije, sorprendida al darme cuenta de que no había sido tan discreta como pensaba.

—Soy vieja, pero no tonta —respondió la anciana con una sonrisa que denotaba una mezcla de ironía y experiencia.

—Así que es experiencia —comenté, mirando mis manos, que aún temblaban ligeramente, tratando de asimilar lo que había sucedido.

La mujer asintió, su mirada se suavizó mientras me observaba. La atmósfera en la habitación se llenó de una calma que contrastaba con la tensión que había experimentado. Sabía que la presencia de la anciana y su actitud serena eran indicios de que estaba en buenas manos.

A medida que me acomodaba, comprendía que había mucho más en juego y que mi viaje apenas había comenzado.

—La comida ya casi está lista —dijo la anciana, su tono era suave y cálido—. ¿Prefiere bajar al comedor o que le traigan la comida a la cama?

—Quiero ir al comedor —respondí, levantándome de la cama con cuidado—. Ya sabe, para conocer un poco el lugar.

La mujer se adelantó dos pasos para guiarme, su bastón resonando suavemente contra el suelo con cada paso que daba. Caminé detrás de ella, notando la calma y el orden de la casa que se reflejaba en cada detalle.

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⏰ Última actualización: Aug 30 ⏰

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