Capítulo 4

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Volver a abrazarme de esta forma.

La silla de manos recorrió todo el sendero, atravesando los caminos hechos de ladrillo rojo bajo la tenue luz de la luna.

Dentro del sedán, el espacio no era lo suficientemente grande y el largo y esbelto cuerpo Pei Zheng, que estaba recostado en el suave asiento, dejaba poco espacio a su alrededor.

Qi Changyi solo podía acurrucarse todo lo posible para evitar tocar a la persona a su lado.

De repente, la silla de manos se sacudió y se detuvo.

El jefe de los eunucos se acercó y en voz baja, susurró cerca a la cortina: "Pei daren, hemos llegado".

Los ojos de Pei Zheng se abrieron ligeramente, respondiendo en voz baja.

El hombrecito a su lado parecía estar dormido. Su respiración era muy ligera, y su pálido rostro estaba enterrado entre sus hermosas ropas, mostrando una imagen inocente.

Y cuando unos finos dedos revolotearon por sus mejillas, Qi Changyi no pudo evitar sentir un picor en su rostro. Sus largas pestañas se abanicaron dos veces y se abrieron brumosamente.

"Pei gege".

Pei Zheng retiró sus dedos y le dirigió una fría mirada. "Su Alteza está realmente de buen humor y hasta tiene ganas de dormir".

Qi Changyi se frotó los ojos y se obligó a despertarse rápidamente.

Justo cuando estaba bajando la cabeza, una sombra oscura repentinamente lo cubrió acarreando un ligero olor a sándalo, y mareandolo un poco.

Qi Changyi levantó su vista desde debajo de la amplia manta, preguntándose por qué.

"Manténte escondido. Si alguien te ve..."

Pei Zheng se inclinó, a punto de agregar unas palabras más. Qi Changyi inmediatamente se encogió de miedo y se envolvió con fuerza de arriba a abajo con la manta, revelando solo un par de brillantes ojos de flor de durazno.

Pei Zheng lo miró a los ojos durante mucho tiempo y al sentir que no era suficiente, extendió su mano para tapar los ojos de Qi Changyi.

"Mantente cerca de mí".

Entonces, la cortina de la silla de manos fue abierta por Pei Zheng para bajar primero.

Luego, nuevamente y desde el interior, la cortina se levantó, y una figura bien envuelta lo siguió.

Las personas que llevaban la silla de manos bajaron la cabeza y no se atrevieron a mirar ni decir palabra alguna.

Después de que las dos figuras, una grande y otra pequeña, caminaron hacia el palacio brillantemente iluminado, el resto de sirvientes se miraron el uno al otro con asombro mudo.

Pei Zheng era alto y poseía piernas largas, por lo que podía caminar más rápido mientras que Qi Changyi, detrás de él, luchaba por seguir sus pasos. Además, las piernas de Qi Changyi estaban tan firmemente envueltas por una larga manta, que lo único que podía hacer era dar pequeños pasos para seguir de cerca a la persona que tenía delante.

Luego de entrar por la puerta del palacio, había que atravesar un largo pasillo en zigzag, subiendo dos o tres escalones de vez en cuando.

La manta que envolvía a Qi Changyi comenzaba a soltarse y fue arrastrada por el suelo. Cuando subió los escalones, tropezó y cayó hacia adelante.

Su pequeña alteza no tuvo tiempo de reaccionar, estaba tan asustado que dio un grito y luego cerró los ojos con fuerza.

El dolor que esperaba no llegó, y fue rodeado por un abrazo con aroma a sándalo.

Pei Zheng lo levantó con una mano y puso su poderoso brazo alrededor de su esbelta cintura y alrededor de su cuerpo.

"Su Alteza, si continúa abrazándome así, el emperador no podrá esperar para castigarme. ¿Podrías interceder por mí entonces?"

El tono de Pei Zheng era burlón. Soltó al hombre en sus brazos y tiró de la manta sobre su cuerpo.

Qi Changyi mostraba un semblante serio y pensativo. Después de un momento, con una voz suave y melosa, respondió: "Si Padre Emperador realmente te culpa, Pei gege puede estar seguro de que Yi'er ciertamente intercederá por Pei gege".

Pei Zheng evitó que sus ojos temblaran ligeramente. Por supuesto, estas palabras tontas no podían tomarse en cuenta. Era un sinsentido que el noveno Principe intercediera por el Primer Ministro respecto a este tipo de asunto.

El pequeño tonto siempre accedía a lo que le pedía, era realmente estúpido y descuidado.

Después de retrasarse brevemente en el pasillo, se escucharon varias voces no muy lejos ese silencioso lugar, acercándose cada vez más. Y al no poder esquivar a las personas que se acercaban, tuvieron que enfrentarse entre sí.

El líder del grupo contrario también llevaba una túnica dorada de seda y de brocado, resaltando su inusual belleza. Y si se miraba con cuidado, tanto esta persona como el noveno príncipe, Qi Changyi, eran realmente similares. Sobre todo, poseían los mismos encantadores ojos de flor de durazno.

Los ojos de Pei Zheng se oscurecieron, se inclinó ligeramente hacia el lado contrario y las comisuras de su boca mostraron una fría sonrisa.

"Saludos a Su Alteza el Cuarto Príncipe". 

El Encanto de Su Alteza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora