Parte I

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Un día el mar se enamoró tanto de la Luna, que la seguía con sus mareas. Nunca podría alcanzarla, lo sabía, pero siempre alzaría sus olas tan alto como pudiera. Como si algún día fuera a existir un tsunami tan alto que lograra tocarla.

Yo; tan terrenal, tan de este planeta; te observo siempre como si fueras la última estrella fugaz que pasará por la Tierra. Quizá pequé por enamorarme de alguien a quien podría observar tanto como quisiera, sabiendo que jamás estaremos en la misma página de algún libro de amor.

Pero dime, ¿acaso existe algún ser que no haya caído nunca por la Luna, cuando ilumina incluso las noches más oscuras?

El uniforme de esta escuela, que todos ven como una falta de respeto hacia la moda, lo llevas como si fuera tu segunda piel. Debes de ser el único estudiante al que esos colores favorecen, el único cuya figura destaca incluso por debajo de esa costura tan aburrida. Y yo, desde la última fila de un aula llena de personas, sólo soy capaz de verte a ti. ¿Quién se fijaría en una estrella lejana y diminuta teniendo una luna llena ante sus ojos?

—¿Qué tanto escribes, Kim? —Han Jisung interrumpió mi momento de escritura entre clase y clase, como no podía ser de otra manera. —No, en serio, me muero por saberlo. No entiendo de dónde sacas las energías para seguir pensando después de las horas de matemáticas.

—Cosas de gente inteligente, ya sabes. —Borré las dos últimas frases de mi carta, había incluido una pista demasiado clara de mi identidad sin darme cuenta. Jisung me miraba con la ceja alzada. —O quizá no lo sabes. —Añadí, devolviendo su ceño fruncido con burla.

La profesora de biología llegó y tuve que abandonar mis intentos de escritura. Al alzar la mirada fue él lo primero que vieron mis ojos. Llevaba ya todo un curso dejando cartas en su taquilla todos los viernes. Siempre que tenía la oportunidad, miraba sus reacciones cuando las leía en la biblioteca en los descansos del almuerzo. Su rostro siempre se debatía entre el agradecimiento, la curiosidad y la confusión.

Ahora, en el último mes del curso, a punto de inscribirme en la universidad, no sé qué hacer con mis sentimientos. Quedan dos cartas, dos semanas, antes de que mi Luna desaparezca del cielo. A penas hemos cruzado un par de palabras, las necesarias siendo compañeros de curso. No me conoce y muchos podrían opinar que yo no lo conozco a él, pero sé cómo sonríe cuando explican un tema en el que está particularmente interesado. Sé que prefiere ir a un museo antes que ir al cine, que dibuja garabatos en clase que luego tira a la basura. Sé mucho de él, pero también sé que no lo conozco en lo absoluto. Pero estoy enamorado; de los pequeños detalles que conozco y de todas aquellas cosas que me faltan por conocer.

—¿Crees que debería decirle a Hyunjin lo que siento antes de que acabe el curso? —Preguntó una chica un par de días después, un par de asientos alejada de mí en el comedor.

—Díselo. Es ideal, si te rechaza no lo tendrás que seguir viendo hasta que termine el instituto porque sabes que termina ya. —Respondió su amiga.

—Tienes razón, creo que mañana será el día. —Chilló por lo bajo, emocionada.

Quizá debería hacerlo yo también. Soltar mis cadenas e ir a por todas. ¿Cuál es mi miedo realmente? Ella tiene razón; si me rechaza, las probabilidades de que volvamos a encontrarnos en la enorme Seúl son diminutas. Según tengo entendido, ni siquiera estudiará aquí.

—Hola, mi queridísimo Seungmin. —Han apareció con su bandeja llena de comida, El menú de hoy es su favorito. —¿Por qué parece que vienes de un intento de asesinato? Relaja esas cejas, amigo, vas a tener arrugas antes de los veinte. —Rodé los ojos.

La Luna y el mar | SEUNGJINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora