Han me ayudó a sacar el globo enorme y la caja del maletero. Me acompañó a la puerta de salida en la que llegaría mi novio y me dejó ahí, con un globo negro y gigante con forma de corazón y una caja gris con un lazo negro igual de grande que el globo. No podía ver lo que tenía delante si sujetaba la caja en mis manos, así que la dejé en el suelo.
Hyunjin ya se había graduado y decidió continuar sus estudios de postgrado aquí, en Corea. Las Navidades pasadas pudo venir y vimos juntos varios apartamentos que podíamos compartir mientras yo terminaba mis dos últimos años de carrera y él continuaba con sus estudios. Acordamos que él lo pagaría, puesto que ya había conseguido un trabajo. Mi beca era suficiente para los gastos de comida, así que me alivia poder ayudar incluso un poco.
Nos hemos acostumbrado tanto a una relación a distancia por cuatro años que hemos compartido nuestro miedo a no ser capaces de convivir juntos. Queremos ir paso a paso, como una tortuga. De momento, tendremos habitaciones separadas, aunque podremos dormir juntos siempre que queramos. Vimos necesario que cada uno tuviera un espacio individual, donde el otro no pudiera irrumpir sin permiso. Incluso así, ambos estamos tan emocionados que probablemente no seremos capaces de separarnos en días.
Claro que antes tendríamos que pasar por la tortuosa tarea de cenar con nuestros padres esta noche. Mis padres lo conocían, así como los suyos a mí, pero nunca habíamos tenido una reunión formal. Hyunjin fue el que dio la idea de hacerlo en cuanto llegue. Según él "necesita quitarse eso de encima porque lleva teniendo pesadillas por semanas".
El avión había aterrizado. De seguro estaba recogiendo sus maletas. Jamás se esperaría una bienvenida como esta y aún así aquí estoy yo, con un globo y una caja gigantes, con toda la gente alrededor de la puerta de salida volteando a mirarme de vez en cuando. Los nervios me comían por dentro y volví a tomar la caja entre mis manos, sólo por la necesidad de tener algo en lo que mantenerme ocupado. Giré mi cuerpo para poder mirar hacia la puerta, esperando ver alguna cabeza con pelo negro y un rostro absoluta e indudablemente atractivo.
Cuando lo vi, con un carro que llevaba sus dos maletas y su bolso de mano, volví a enamorarme. De su caminar, o su rostro mientras escucha música, o el gusto exquisito que tiene por la ropa. De mil cosas al mismo tiempo y de ninguna a la vez. Porque ninguna de sus cualidades tendría sentido si no pertenecieran a él.
Me buscó con la mirada hasta que nuestros ojos se encontraron. Esa camisa roja le quedaba tan bien que casi podía verme a mí mismo tirando la caja al suelo para correr a abrazarlo. Mi cuerpo, en cambio, estaba un poco reacio a moverse. No fue hasta que él vino a quitar el regalo de mis manos y dejarlo en el suelo que nos pudimos abrazar. Olía a una combinación perfecta de cosas bonitas.
—¿Me echaste de menos? —Su suspiro sonriente sonó en mi oído y toda mi piel estaba erizada un segundo después. —Gracias por todo esto.
Se separó del abrazo, aunque tomó mi mano y no la soltó hasta que se vio en la necesidad de tomar el regalo y ponerlo en el carro junto a sus maletas.
Caminamos hasta el coche y lo metimos todo en el maletero. El regalo y el globo en los asientos de atrás. Se burló de mí por presumir mi licencia de conducir. Yo nunca fui del tipo que habla mucho. Él llena todos los silencios por mí. Me habló de su vuelo, de la señora que se sentó a su lado y leía uno de sus libros favoritos. Del clima en Países Bajos, de las turbulencias. Me dijo que necesitaba ir directamente a casa. A nuestra casa. Que quería que fuera el primer lugar al que iría después de volver de un largo viaje.
Un segundo después de abrir la puerta se lanzó encima de mí. Tuve que estabilizarme para meterlo todo en el apartamento mientras él colgaba de mi cuello.
—No tienes ni idea de cuánto te extrañé. Es extraño. Esta vez pasamos muchos menos meses sin vernos y se sintió más eterno que cualquiera de los últimos años. —Su voz sonaba mucho mejor que en todos los sueños en los que apareció las últimas semanas.
—Lo sé, fue lo mismo para mí.
Cuando me besó se sintió como si la primavera y el otoño coexistieran al mismo tiempo. Tan desconocido, pero tan nostálgico y precioso. Las puntas de mis dedos hormiguearon y rodeé su cuello. Tomó mi cintura y me alzó hasta que mis piernas lo rodearon. Besarlo era como bailar al ritmo de una melodía perfecta. Como si todas las historias de amor flotaran a nuestro alrededor y nos reconocieran como protagonistas definitivos.
—¿Tenemos un colchón?
—Sí. —Le respondí entre risas.
—Vamos al cuarto.
♧
El café de Hyunjin olía a gloria mientras yo revisaba cada detalle de la maqueta que me habían encargado. No tardó en traerme uno, como todas las mañanas. El salón se había llenado de sus cuadros a lo largo de los años, varios pequeños y uno grande. "Me parece justo que los cuadros que te dedico formen parte de la decoración de nuestra casa", me dijo.
Compramos vitrinas para exponer algún que otro proyecto del que me sintiera orgulloso y varias fotos juntos. Los edificios que he diseñado hasta el momento han tenido éxito. Al principio cometía errores y mis superiores me corregían, algunos con mejores maneras que otros.
Ahora, en la cúspide de nuestras carreras laborales, a penas tenemos tiempo para divertirnos juntos. Terminamos las semanas con ganas de acostarnos a hacer nada por todo un día así que los sábados nunca salimos. Algún que otro domingo íbamos a un buen restaurante y teníamos una citas que hacían que esos domingos se convirtieran en mis días favoritos.
Vemos varias series juntos, normalmente después de la cena. La cena es nuestro momento. Para hablar, para querernos, para preguntarnos qué tal ha ido el día. Era una rutina ocupada pero era una rutina perfecta. Incluso catorce años después de empezar nuestra relación, puedo decir que la mejor decisión que tomé fue mandarle cartas al chico más guapo de clase.
Él, después de años sintiendo que mi vida no era tan mía, me hacía sentir como el protagonista de cada relato, de cada mirada. Como la estrella que más brilla en mitad de la noche.
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La Luna y el mar | SEUNGJIN
FanfictionCartas a un amor no correspondido siempre ha sido el mayor cliché de la historia. Quizá no te pueda enamorar con mis palabras, así como lo haces tú con tu mirada. Pero mi querido Hyunjin, permíteme intentarlo. Cada viernes estaré aquí, en una nueva...