Prólogo <3

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La vida me enseñó a hacer ciertas cosas.

Y creo que no me enseñó de la mejor manera.

Melissa - El verano pasado

— Deberías estar lista ya, Melissa, el camión no te esperará, lo sabes bien — 

Replicó mi Mamá, mientras ella terminaba de hacerme mi desayuno.

– Ya lo sé, Mamá - Contesté agarrando mi maleta y acomodando mi cabello rizado, era difícil de domarlo en días de verano, y más cuando tenía que estar lista tan rápido. 

– ¡Ya llegó! – Gritó mi Mamá. Corrí hacia la puerta con mi maleta en una mano, y en la otra mi desayuno y mis bolsos, claro que tenía que estar lista para cualquier ocasión y por eso llevaría todos los bolsos que pudiera. 

- Adiós Mamá, te extrañaré. 

- Y yo a ti, mucho – Contestó mi Mamá, haciendo un gesto de orgullo.

 Llegué al gran camión que era de 2 pisos y medía más que un camión convencional, con muchos esfuerzos subí y pude notar instantáneamente que nadie traía una maleta como yo, o tal vez sí, pero la guardaron en algún lugar que no noté por falta de tiempo, como era costumbre en mí.

 – ¿Por qué llevas 4 bolsos? Me dijo Aura con un tono de voz un poco confundido pero nada sorprendida, ella sabía cómo era, y lo que me encantaba estar "Linda" para toda ocasión, (aún así fuera un campamento de verano común)

 – ¿Por qué no los llevaría? – Repliqué.

 Me senté dejando mis pertenencias en el piso, y subiendo la gran maleta en unos estantes que se encontraban arriba de los asientos del autobús, lo sé, suena raro, pero aún así existían esos autobuses modernos, bueno si pagas más de $5000 Dólares para un campamento, creo que deberían tener lo más nuevo en autobuses. 

 – Bueno, entonces ¿Estás lista para adquirir todos esos nuevos conocimientos sobre las especies que abundan en la isla?

 – Espera un momento Aura, ¿¿Será en una isla?? – Contesté frunciendo el ceño, con confusión.

 Pero no me malinterpreten, de hecho la playa era de mis lugares favoritos, me hacía sentir cosas extraordinarias, su olor, los sonidos, las texturas y mi parte favorita, redoble de tambores... ¡Los atardeceres! Eran una parte de mí, y podría pasar horas viéndolos sentada en la arena, disfrutando del sol, mientras escucho las olas llegar y quebrar contra la orilla, y claro tomando una piña colada, (Sin alcohol, por favor). Pero ¿Un campamento en una playa? Eso nunca lo había oído, y obviamente tampoco lo he vivido.

 - Sí, una isla, yo no tolero el calor, ¿Sabes lo mal que me hace sentir al estar en contacto con la arena por más de 30 minutos? – Se quejó Aura manteniendo la mirada fija en sus libros de texto de Segundo año, los llamados "Todo lo que deberías saber sobre islas para avanzados en ciencias".

 La miré con un poco de confusión y de rechazo, era obvio que yo aprovecharía al máximo mi estancia en esa isla, aunque estaría llena de millonarios, probablemente clasistas, algunos drogadictos, algunos otros alcohólicos, pero ¿Qué más daba? Fotografiaré cada atardecer en esa isla.

– Supongo que vas a leer ese libro todo el camino, no es así? – Le pregunté mientras analizaba su lectura.

 – Así es, así que si me disculpas, deberías guardar silencio o dormir un rato, me estás desconcentrando. – Respondió, poniendo los ojos en blanco y llevándose su libro a su lado izquierdo, donde se encontraba la ventana hacia la carretera.

 - Está bien señorita, lo que digas. – Repliqué mientras me ponía mis audífonos para escuchar a Bad bunny todo el camino, había descargado unas 95 canciones de él para poder sobrevivir felizmente las 2 horas que me llevaba llegar a las hermosas vacaciones de ensueño que mis padres compraron para mí. En otras palabras era la perfecta excusa para que mis padres me llevaran a una remota y lujosa isla, donde no me tengan que soportar por 3 meses, ¡increíble! 


Atardeceres de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora