EXTRA

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Hoy podría ser un día normal, pero no era así. Se cumplen 30 años de nuestra boda y como todos los días me encuentro llorando. Es imposible olvidar tu primer amor, pero mas imposible es saber que lo has perdido por tu misma culpa.

Es un toque de amargura, mezclada con pizcas de dolor y largos chorros de remordimiento; en conjunto solo soy yo.

Por si no hay mañana, me decía siempre. Decía que nada nos detendría y yo me convertí en esa nada. Dijo que podíamos con todo y yo la dejé pelear sola.

Liliana y yo tuvimos algunos inconvenientes, hasta luego de mi partida me di cuenta que nada fue tan grave, pero siempre fui un idiota; seguiré siendo un idiota. Aún siendo ese detestable idiota, encontré el amor, encontré a una chica que se encargó de hacerme feliz, la chica que yo asesine.

Un accidente cerebrovascular, esa fue la causa de su muerte. Sus familiares me odian y tienen todo el derecho yo fui quien le provocó esto.

Yo el hombre al cual ella se entregó, entregó su amor, su belleza angelical, su niñez y se convirtió en mi esposa. Fui el villano de mi propia historia y hasta hoy permanezco pagando esa condena.

Pensar que hasta fui a la policía, para que me metieran a la cárcel, pues yo no merecía o más bien no merezco estar libre. Pero no me condenaron, no lo hicieron ellos pero si lo hizo la vida.

No hay peor condena que la del alma, fui el culpable, y lo estoy pagando.

El sol tardó mucho hoy para ponerse, al parecer no quería que el día se terminara; yo sigo aquí en el balcón tratando de entender porque sigo vivo, me pregunto ¿por qué sigo vivo?

Mi puerta empieza a hacer ruidos, no sé porqué lo suena tanto, debe haber alguien ahí detrás intentando querer entrar aquí. Debería abrirle tal ves es la muerte que se apiadó de mi.

Despacio intento llegar a la puerta, tropezándome con cajas, un sofá arrastrado, ropa por todos lados e intentado respirar. Nunca me he preocupado por la higiene y nunca he tomado un segundo para pensar que debería tener un lugar limpio.

Mi aspecto a pesar de ser un hombre de cincuenta y tres años, lucia como un vagabundo de algunos setenta años.

Al fin pude llegar a la puerta pero no intenté abrirla. Me detuve un momento para pensar. Se que es raro e inusual en mí, detenerme a pensar, siempre que me detengo a pensar era en Liliana, ahora fue diferente , me detuve a pensar en que no tenía nada más que pensar. Ni en nadie más que pensar, hasta que, volvió a chillar la puerta y esta vez yo estaba justo detrás de ella.

Maldecí mi puta vida por ya no me acuerdo las veces, y decidí abrir la puerta.

Despacio abrí sin levantar la mirada, aunque no era necesario. Lo que tenía que ver estaba a doscientos centímetros el piso. Tenía ojos grandes y azules, un cabello corto negro y espeso; una sonrisa enorme y un pequeño vestido rosa.

Más atrás se encontraban esta pareja, la que nunca voy a olvidar. Mi querida Sofía y su esposo George.Se veían tam felices tomados de las manos y mirándome, como no me lo merecía: con mucha ternura.

-Tío- dijo Sofía y sin pensarlo se me colgó, aunque tenía algunos años sin verla, ella y su marido son los que han costeado mis gastos y se han encargado de que la muerte no me haya visitado.

Su abrazo fue cálido y confortable. Yo no tenía tantas fuerzas como para sostenerla pero ella es muy hábil y sabe mantenerse equilibrada.

-te extrañamos tanto- me dijo luego de terminar con el abrazo.
-no sabes lo bien que has sido para nosotros, nos hiciste ver la claridad, nos diste luz y la valentía de luchar por el amor, hoy gracias a ti, nosotros somos una familia feliz. Tú nos diste tu experiencia y en ese entonces yo estaba confundida y sé que estaba a punto de cometer el error más grande de mi vida- dijo ella.

Pero volvió a hablar.

-vives condenándote al abandono, mírate pareces un vagabundo, lo estás haciendo mal, tío está mal que estés así cuando deberías estar salvando vidas y matrimonios, hay muchas personas necesitándote y tú estás aquí encerrado pidiendo a Dios que te dé la muerte, y no puedes morir, no debes morir- su voz iba alterándose- entiende que tu vales mucho y eso que viviste, solo te convirtió en un portador de buenas vibras. Salvaste mi vida la de mi esposo, mi matrimonio y así dices que no vales nada, a caso ella no vale nada- señaló la niña que sostenía ahora en los brazos aquel hombre.

- ella nació, y este - señaló su vientre- también nacerá y mi familia se volverá numerosa y sin ti, yo no hubiese tenido familia. No espero diálogos de tu parte, así que tú silencio me será suficiente.

Yo seguía parado, parecía una estatua de los esclavos indígenas, no tenía el valor neceser o para decir nada. Y si quisiera no lo podría hacer pues el nudo en mi garganta no me dejaría hablar.

En seguida Sofía y su familia entraron en mi ratonera y en cinco minutos tocaron la puerta George abrió y entraron tres chicas y un muchacho Sofía les dio algunas instrucciones ellos aceptaron y de una vez empezaron a ordenar mi pocilga.

Al cabo de una hora más de charla con la que podría haber estudiado psicología, me anime a bañarme, George s encargo de mi aspecto físico y cuando me vi en el espejo no lo podía creer. Por un momento llegué a pensar que no era yo.

Llegó la noche y decidieron ir a cenar afuera, insistir para quedarme fue inútil, y terminé yendo.

Volver a la ciudad no fue fácil, pero no estaba recorriendo la ciudad solo. En mis manos tenía sostenida la manita de la pequeña suzi que muy inocente me miraba y sonreía. Es una niña muy sabia y con apenas dos años, es capaz de arreglar la inestabilidad mental de cualquier persona, y cuando digo cualquier me incluyo. Hoy por fin estoy sintiendo paz.
Cenamos, caminamos por la ciudad y vimos alguna obras de teatro.

Nunca me despegue de la niña, su gran sabiduría siempre me sorprende y me hace sentir feliz.

Siempre e agradeceré a Sofía que hoy me haya sacado de mis traumas.

Eres tú Liliana, tú me has hecho disfrutar este día, porque siempre estás deseando lo mejor para mí y desde allá en lo más profundo del cielo; te encuentras cuidando de mí.

- porque no la misma muerte nos pudo separar- dije mirándome en el reflejo de aquel pequeño arroyo que atravesaba la ciudad.

-tío vamos a jugar- dijo suzi, yo tiré la moneda al gusto y corrí, como un loco corrí, como un hombre feliz por primera vez después de tantos años, corrí....

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Los amo🤞🏽
Mariela De León ♥️💕

Por si NO hay "Mañana"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora