Capítulo 3: Un café al medio día.

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El café de grano estaba listo, Hoseok estaba sentado en el sillón de la sala mirando el televisor, escuchando las noticias sobre la lluvia de estrellas de la noche anterior, tenia puesta una camisa de cuadros que antes era de Taehyung le quedaba ligeramente más amplia, seguía siendo demasiado delgado, las clavículas se le notaban y la piel estaba demasiado pálida.

—¿Puedo preguntarte algo? —Taehyung colocó ambas tazas de café en el centro de la mesa, Jung tomó la suya rápidamente y sorbio, después de beber asintió mirando a Taehyung a los ojos, había melancolía en Kim y eso no le gustaba—, ¿Por qué volviste?

Su tono de voz fue tembloroso y sus manos estaban empezando a sudar, aunque el clima estaba lejos de ser cálido, Hoseok desvió la mirada, justo hacia la ventana por la que Taehyung miraba las estrellas unas horas atrás.

—¿No estas contento de que volviera?

—Mucho, todavía no me lo puedo creer —se arrodillo frente a Hoseok y tomo sus manos, delgadas y pálidas, les dio un beso y regreso su vista para mirar a su amor a los ojos—, por favor perdóname, debí haberte dejado ser tú, no debí presionarte con lo del matrimonio, si tan sólo no te hubieras ido tan enojado ese día...

—Ya no pienses más en eso, ya regresé porque decidí que quiero pasar el resto de mi vida junto a ti. ¿No es eso suficiente?

—Más que suficiente, te amo, te amo Hoseok —Se levantó y acaricio el rostro de Hoseok, delineo sus labios con la punta de sus dedos y finalmente lo beso, suave y delicado al principio, después estaba encima del hombre, quitándole la camisa, descubriendo su piel, limpia y suave al tacto.

Hoseok lo empujo con ambos brazos sin brusquedad.

—Lo hicimos esta mañana, estoy cansado.

—Lo sé, es sólo que cuando te veo sólo quiero unirme contigo, quiero saber que esto no es un sueño.

—No lo es. Estoy aquí, soy real, no una ilusión, podemos tocarnos.

Hoseok unió ambas manos y le sonrió a Taehyung. Era una hermosa sonrisa que dejaba ver claramente un hoyuelo cerca del labio.

Taehyung rendido se tiró en el sillón a lado de su amante y empezó a tomar su café caliente, sorbio y sorbio y cuando la taza estuvo vacía se volvió a servir. Decidido que ya no preguntaría nada más y se aferraría a esa esperanza de ser feliz con Hoseok, la vida le estaba dando una segunda oportunidad que no podía perder. Ese día no hizo ninguna labor de la granja, no salió a abonar la tierra para sembrar, se olvidó de darle de comer a las gallinas, de ordenar las vacas, todo acto fue insignificante ante la llegada de su Hoseok.

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