El cielo azul oscuro como su cabello fue iluminado durante un milisegundo, alumbrando el cuerpo muerto de una niña, una infante, de tan sólo seis años. El estruendo de aquella iluminación duró más que su brillo, y fue, de tal manera, más temorizante el ver sus ojos azules sin vida.
El detective Shuichi se estremeció un poco por el trueno, no por el cuerpo, después de todo, él ya había visto miles de cadáveres en su labor; sin embargo no convivía a mano diestra con los ruidos fuertes. No fue hasta que una chica de hebres lila había despistado su mente con tan solo un toque en su hombro izquierdo. El peliazul volteó la cabeza para lograr verle.
— ¿Detective? —preguntó aquella chica de ojos lila, algo concertada por la rara actitud de su compañero de trabajo. Mantuvo su mano en el hombro de aquel y lo apretó con la fuerza de una pluma, no por falta de fuerza, si no para no asustarlo más de lo que su rostro parecía mostrar.
Rápidamente el detective se recompuso y sacudió levemente la cabeza de tal manera que su amiga no lo viera. Cerró sus ojos de color ámbar y después sacó su libreta de anotaciones y su pluma.
— Hora de muerte: Dos de la madrugada. Causa de muerte: Falta de sangre; de nuevo, desangramiento.
La detective Kirigiri, a pesar de haber estado hace unos segundos concernada por su compañero de trabajo de hace años, volvió a lo que era su expresión concentrada, analizando aquel cadáver sin vida frente a ellos. Sin más que decir, agarro aquella manta de color blanco y cubrió el cuerpo de la infante de pies a cabeza de tal manera que no se pudiera ver ni un solo rastro de las consecuencias de aquel acto tan indebido que fue cometido hacia la niña.
— Otro asesinato.
Recalcó el detective de cabello azul fuerte tal como el cielo de aquella noche corta, donde un cuerpo más solo le era insignificante para él, sin lograr poder provocar algún gesto de sorpresa en su rostro. Después de todo, llevaba cinco años trabajando como detective en la misma ciudad antigua.
El detective finalmente dejó de escribir el reporte para su jefe y para el expediente, bajó la libreta y cerró los ojos para pensar un poco. Le dolía la cabeza, y eso no era algo nuevo. A pesar de que investigar cadáveres era su trabajo día tras día, este caso era excepcional, y casi nunca encontraban alguna pista que les fuera de relevancia o que fuera de gran ayuda para dar con el asesino de tales actos inmorales. Ni siquiera huellas digitales o tampoco algún rastro de ADN. Estos asesinatos parecían ser de alguien que ya tenía experiencia en el mundo del crimen, y que se sabía infiltrar bastante bien entre la sociedad, como un humano cualquiera con morales adecuadas, pero con una mente brillante.
De su otra mano estaba su pipa junto a su lapicero. Antes de poder llevar la pipa a sus labios para poder aspirar el humo asfixiante en sus pulmones, fue interrumpido, de nuevo, por su pareja de trabajo, la detective Kyoko Kirigiri.
— Saihara —dijo la chica mientras se acercaba al chico de hebres azul marino. Parecía algo concertada, a no decir algo seria y asustada.
— ¿Qué sucede Kirigiri? —pregunto cómo si de tal noticia suave se tratará, o incluso anuncio insignificante. Sin embargo, se trataba de mucho más que eso, y se podía mostrar en la mirada asustada de aquella peli-lila, que siempre estaba con una expresión neutra en su rostro, menos en esta ocasión.
— Tenemos un problema —exclamó con algo de autoridad al igual que de sorpresa—. Es mejor que lo vea por usted mismo. Sígame.
Algo confundido, el detective no logró protestar y mucho menos preguntar sobre su tan indiferente actitud, pues la detective ya había comenzado a andar. No tuvo más opción que guardar su pipeta de nuevo y seguir a su compañera de trabajo, algo cansado. Después de todo, él ya estaba en su casa a punto de dormir cuando le habían dado la noticia de un cadáver descubierto en la calle Smithers.
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Tus ojos ámbar 「𝑺𝒂𝒊𝒎𝒂𝒎𝒊」
Vampiro«-𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒖𝒆́𝒔 𝒅𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒐, 𝒎𝒆 𝒅𝒐𝒚 𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒈𝒏𝒊𝒇𝒊𝒄𝒂 𝒕𝒖 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏: 𝒍𝒂 𝒊𝒏𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅. » ﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋ 8 familias de clase alta asesinadas. Niños desapareci...