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Amor. Esa palabra con tantos sentimientos dentro de ella. Sentimientos y cariño, cariño que siempre ha necesitado. Desde pequeña, solo tenía a su mejor amiga Amy,una chica guapa, morena, el sueño de todo hombre o mujer, ella estuvo cuando sus padres no lo hicieron. El padre de Leila se pasaba día y noche trabajando, obsesionado con sus arquitecturas, le decían que no se quejara solo porque tenía lujos de todo tipo. Pero nunca se dieron cuenta de que dentro de su hija faltaba cariño y sobre todo apoyo. A los 14 años ellos se divorciaron, eso la rompió aún más, la madre decidió que lo mejor era irse a España, su país natal. Leila por suerte sabía español e inglés, ya que se lo habían enseñado desde pequeña, dejó a su mejor amiga atrás aunque siempre estuvieron en contacto gracias a las redes sociales. En España tuvo suerte de que su abuela Casandra fuera una mujer maravillosa, dé esas personas que alegran los días, que se preocupan por uno cada vez que te ven mal. Había días que se le notaba triste por culpa de la mierda de las clases pero su abuela estaba ahí. En cambio su madre, ocupada con sus ligues, buscándose otro hombre que le comprara sus caprichos. Y lo consiguió, encontró un médico y allá se fue con él. Llamaba a su hija muy de vez en cuando, tampoco la echaba de menos sinceramente. En cambio su abuela querida la educó con buenos modales y siempre le estuvo agradecida.

A los 16 años tuvo su primer amor, Alex, lo conoció en cuarto de de la eso. Se enamoraron perdidamente o eso pensaba ella pero acabó destrozándole el corazón como todos los demás siguientes. Nunca tuvo suerte en el amor hasta tal punto que dejó de creer en el. Lo único que le satisfacía de los hombres era el sexo y para sentirse mas deseada conoció el pole dance, un baile en una barra. La mayoría de gente lo vería obsceno pero ella siempre vio como un baile sensual, un baile que da confianza con uno mismo. Empezó a bailar después de conocer bastante sobre él. Nadie lo supo excepto Amy, tenía miedo que los demás la miraran mal. Cuando acabó la E.S.O nunca tuvo claro que hacer, a veces se le venía la idea de ser stripper, pero nunca tuvo el coraje de hacerlo. Así que trabajó de camarera igual que su mejor amiga hasta los 22 años.

Actualmente os preguntaréis de que es de su vida, pues su padre decidió que era buena idea regalarle la mansión que tenían en Miami, se sentía culpable por abandonarla tantos años, al principio no estaba muy convencida pero su mejor amiga tenía problemas de dinero, así que, qué mejor manera de aprovechar esa mansión para volver estar al lado de ella y que no tuviera tantos problemas con el alquiler. La llamó por teléfono ese mismo día que lo decidió. Se puso de lo más de contenta, gritó hasta que casi le reventaron los tímpanos a Leila, estuvieron hablando de sus cosas hasta que se hizo de noche, Amy tenía que trabajar y Leila tenía que hacer las maletas. Metió la ropa de verano ya que Miami era un sitio caluroso. Se había mirado varias veces al espejo, el reflejo era una chica de piel blanca, pelo rojo, siempre se había teñido el pelo rojo, era ya una costumbre, ojos negros como la noche y curvas a las que le saco provecho muchas veces para atraer a hombres. No podía quejarse de su cuerpo. Cuando acabó de hacer la maleta fue donde su abuela a despedirse, le rompió el corazón verla tan triste pero tenía que pensar en su futuro y siempre podría tomarse unas vacaciones. Esa noche no durmió muy bien por los nervios, empezaba a dormir cuando el sonido del despertador sonó. Al levantarse se dio una ducha rápida, se vistió con unos pantalones largos y una camisa. Había cogido el coche en dirección a Santiago, donde estaba el aeropuerto, se metió en el avión y dejó que el sueño hiciera de las suyas.


Baile dulce y peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora