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Sinceramente al principio no fue fácil, Leila creía que lo único que tenia que hacer era bailar para hombres pero había mucho mas. Hombres borrachos, hombres que la insultaban, intentaban tocar, su única vía de escape era el, Luis. Luis vino cada noche a verla bailar, pero no en público sino en privado. Iban a una sala pequeña donde ella tenia su barra y el su asiento, no hablaban pero sus miradas lo decían todo. Sentía muchas miradas de varios hombres con deseo y lo tenía que aguantar pero las miradas de Luis, era otra cosa totalmente diferente, sus ojos descargaban todo el deseo que tenía por ella y Leila lo absorbía, bailaba para el como a nadie le bailaba, normalmente en publico vestía con un vestido transparente encima de la ropa interior, con Luis no, con el se desvestía casi por completo hasta solo dejar el tanga. Ella estaba en las nubes, lo loco que se ponía el cada vez que miraba los pechos de ella, le crecía un bulto entre su su gran pantalón cuando Leila se pegaba a el, la cosa nunca llegó a mas porque ella solo bailaba pero si por ella fuera estaría todos los días pegada a el, nunca había deseado tanto a un hombre como a el. Los celos le invadían cada vez que una bailarina le ofrecía bailes pero al final sabia que era la especial porque solo se metía con ella en las salas privadas.

Llegó el punto de que el mundo de ella giraba por el, hiciera lo que hiciese en su cabeza allí estaba. Amy de vez en cuando le preguntaba si aun seguía haciéndole bailes a lo que ella contestaba que si con una sonrisa. Su abuela llamó preguntando que tal le iba en la ciudad, si había encontrado un trabajo o un novio, le contestó que se hizo camarera, cosa que no era cierta pero no tenia el atrevimiento de decirle la verdad y a lo de los novios le contestó que no tenía tiempo, entre el trabajo, las horas que pasaban Amy y ella en la mansión arreglándola a su manera. Tampoco le comentó acerca de las fiestas que hacían los sábados con los compañeros de trabajo y algunos amigos de Amy. Cada sábado después de trabajar celebraban en su casa el fin de semana, había camareros, bailarines, montón de bebidas y sobre todo muchísima música.

En todas las llamadas de la abuela ,Leila siempre se ponía triste, la echaba de menos.

El lunes tenía día libre, con todo el dinero que ganaba en el club y un poco del que su padre le había dado decidió que era buena idea gastarlo en su coche más deseado, mucha gente desearía que el coche de sus sueños fuera un Ferrari, Lamborghini, autos muy de lujo, pero el suyo no, el coche de sus sueños era un Golf MK7 R con 310 CV, el precio rondaba los 50.000 euros, dinero que podía pagar bastante bien. Se acordó que Luis tenía un taller, se dispondría a verlo después de haber comprado el coche.

-Pues aquí tiene las llaves señorita, espero que lo disfrute mucho y tenga cuidado- El señor de la tienda entregó las llaves del precioso coche encantado, obviamente después de pagar de una sola vez el coche cualquiera habría quedado encantado.

Había escogido un modelo de color azul metalizado con llantas de 19 pulgadas pero sabía perfectamente que le iban a durar poco pues quería prepararlo a su gusto. A Amy le encantó el coche, se lo prestó para que diera una vuelta en el, pero cuando llegó venia un poco triste, no tenia ganas de devolverlo. Leila le contestó que cuando lo tuviera libre podría usarlo cuando quisiera pero con cuidado.

Decidió que era hora de ir al taller de Luis mientras su mejor amiga iba a tomar el sol a la playa. No fue difícil encontrar el taller gracias a la dirección de la tarjeta, no había avisado a Luis pues quería darle una sorpresa.

El taller parecía bastante nuevo, estaba al lado de la playa y era de piedra, afuera se podía ver varios coches desmontados, aparcó el coche en la entrada y bajó.

Estaba abierto pero no veía a nadie hasta que vio a un chico joven andando hacia ella. Le preguntó si necesitaba algo.

-Estoy buscando a Luis, he comprado este Golf hace una hora y creía que era buena idea enseñárselo-El chico se quedó mirando al coche, luego a ella y le contestó.

-Claro, espere aquí-El chico fue corriendo hacia una puerta, la cual daría a una oficina.

El cuerpo de ella temblaba de impaciencia al ver a Luis, llevaba una camiseta de tirantes, un pantalón de mecánico y tenia las manos un poco sucias.

Fue hacia ella con una sonrisa y se paró a mirar el coche que estaba a su lado.

-Tuyo?-Lo dijo mientras su mirada cambiaba de el coche a ella y así sucesivamente.

-Mio, lo acabo de comprar, esperaba que me dieras unos consejos ya que quiero prepararlo y si es aquí mucho mejor- Se acercó a inspeccionarlo por el exterior, subió el capó y estuvo mirando el motor un buen rato. Mientras el estaba haciendo sus cosas Leila entró en el taller a ver que coches había.

Se quedó embobada mirando un Camaro SS, ese coche tendría unos 455 caballos, era negro y estaba todo preparado, llantas grandes, parachoques personalizados...

-Vaya, parece que te ha gustado mi coche-Cuando escuchó esa frase se quedó de piedra. Ese coche era de Luis? Alguien le estaba haciendo una broma o que?

-Es una broma no?-Lo miró seria, de su boca salió un no muy convincente.

Luis le agarró la mano y le enseñó el coche tanto por fuera y por dentro. Estaba bien pegada a su coche mientras hablaban y reían. El chico que le había hablado antes se despidió de ellos. Luis cerró las puertas y se fue pegando cada vez mas a ella hasta que sus labios y los de ella se rozaron, al principio el beso fue lento hasta que empezó aumentar de velocidad, paró y le dijo que lo perdonase que iba al baño, ella se ajustó un poco el vestido corto que llevaba y cuando lo vio, sus manos ya estaban limpias. Cogió el cuello de ella y empezó a devorar su boca como si no hubiese un mañana. Su otra mano que estaba libre acariciaba su muslo lentamente, se estaba excitando de tal manera que no podía evitar soltar algún gemido de vez en cuando. La cogió del culo y acabó en el capó de su coche. Sus labios bajaban igual que el vestido, empezó a besar otra vez el cuello de ella, luego los pechos con deseo, acabó en su entrepierna degustándose con sus fluidos vaginales, los gemidos de ella se escuchaban por todo el taller. Sentía como le metía un dedo y lo movía despacio, haciendo que fuera una tortura, lo deseaba demasiado, lo necesitaba dentro de ella.

-Luis...te deseo-las palabras eran susurros pero le dieron a entender que lo necesitaba. Escuchó la cremallera de su pantalón pero no hubo mas.

-Mierda, no tengo preservativos aquí-Se llevó las manos a la cabeza. Se acercó a el y le susurró al oído que no importaba, tomaba anticonceptivos y lo necesitaba mas que a nada en el mundo.

Al oírla decir eso volvió abrir sus piernas, su pene era increíble y estaba duro como una piedra, empezó a lubricarse con los jugos de la vagina y poco a poco entró en ella. Sentía su pene entero por su intimidad, se movía lento y sus labios volvían a besarse junto con los gemidos que salían. Agarraba con fuerza la cintura de ella y cada vez entraba y salía con mas rapidez, llegó el punto de que no aguantó mas y se dejó llevar por un orgasmo que lo sentía por todo el cuerpo. Después de unos minutos el la avisó, se iba a correr, la estaba sacando pero ella se lo impidió y acabó llena de su liquido por dentro.

-Eres preciosa...-La miró muy de cerca y besó sus labios con mucho cuidado.

Se vistieron, la abrazó en la salida y a la noche se vieron en el club.

Baile dulce y peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora