Un mundo más amplio

Capítulo 9

La teletransportación nunca había sido una experiencia muy divertida para un Harry Potter. La aparición era un poco mejor que tomar el Flú, que era un poco mejor que una llave de puerto, pero en su experiencia, las tres opciones eran completamente horribles. De hecho, esto se debió a que la teletransportación mágica implicaba la condensación de una persona y su magia en un espacio muy pequeño antes de arrojarlos a donde quisieran ir.

Cuanta más magia tuviera alguien, más difícil encontraría métodos mágicos de teletransportación. Y Harry... bueno, Harry tenía magia de sobra.

Pero entonces, ¿cómo se sentiría la teletransportación no mágica? Cuando Harry se escapa de Galatea para averiguarlo, le envía un mensaje a Zatanna haciéndole saber que está listo. Un momento después, está en otro lugar completamente diferente, desapareciendo del medio del claro del bosque al que había caminado y reapareciendo en la Atalaya de la Liga de la Justicia.

No hay dolor, ningún momento de náuseas, ninguna necesidad repentina de evacuar su estómago por todo el suelo de metal prístino que de repente está bajo sus pies. Hay una leve sensación de vértigo cuando experimenta el cambio de gravedad natural a gravedad artificial por primera vez, pero eso se calma sorprendentemente rápido. Mirando alrededor de la sala de teletransportación con asombro, Harry tiene que admitir que está completamente asombrado.

A un lado hay una ventana, y se encuentra caminando para mirar por ella. La Tierra le devuelve la mirada mientras él mira hacia abajo, viéndose obligado por primera vez a reconocer la pura y simple verdad... ahora está en el espacio. Sabía de antemano adónde iba, por supuesto. Zatanna le había explicado que la principal base de operaciones de la Liga de la Justicia orbitaba la Tierra.

Pero conocer era diferente de experimentar y siempre lo sería. Saber que estaba dejando atrás su planeta era una cosa, en realidad dejarlo atrás y mirarlo desde arriba, desde el espacio exterior... era otra completamente distinta. Harry solo mira por un momento, hasta que Zatanna toca su brazo.

"Harry, probablemente deberíamos movernos. No le he dicho a muchos en la Liga sobre ti o Galatea exactamente por respeto a tu deseo de manejarla tú mismo".

Harry parpadea ante eso y ladea la cabeza en reconocimiento. Aprecia la franqueza de Zatanna, pero aún así, es difícil dejar que ella lo aleje de la ventana de visualización. Sin embargo, finalmente, él la deja hacerlo, siguiéndola mientras ella lo lleva por el brazo por un pasillo. Se escabullen a un espacio de laboratorio sin usar, y Harry una vez más se encuentra maravillándose de la tecnología de aspecto exótico que lo rodea.

Es como si fuera de un planeta alienígena... pero entonces, Galatea ERA de un planeta alienígena, ¿no? O si no era ella, entonces la chica de la que estaba hecho su amante clon era de un planeta alienígena. La Liga de la Justicia tenía extraterrestres en sus filas. Realmente no se le ocurrió a Harry hasta entonces lo que eso significaría, lo loco que debe ser. Había pasado todos sus años formativos en la comunidad increíblemente insular y pequeña que era la Gran Bretaña Mágica.

El gran mundo era mucho más grande, vasto y sobrecogedor de lo que Harry podría haber imaginado.

"Aqui."

Soltándolo por un momento, a regañadientes, Zatanna se acerca a una mesa cercana, sus tacones golpean el suelo mientras avanza. Harry no puede evitar tomarse un momento para admirar su voluptuoso trasero. Vestida con su traje de escenario, un cruce entre un mago y una sexy asistente de mago con esa chaqueta y esas medias de red, era absolutamente hermosa verla partir.

Pero se recuerda a sí mismo después de un momento y se apresura, siguiéndola hasta la mesa donde Zatanna saca una pequeña caja.

"Esto de aquí... esta es la bala de plata, por así decirlo".