El día que conocí a Roga yo tenía 15 años y él 16.
No tenía nada de maravilloso, de hecho los dos éramos bastante simplones.
-Sere un gran empresario como mi padre-repetía una y otra vez.
Lo dijo en la secundaria, lo dijo en la preparatoria y lo dijo en la universidad.
En todos esos pasos yo lo seguí y él me mantuvo cerca. Aprendí contabilidad pero en realidad yo era una bravucona que Roga usaba para intimidar a su competencia, quien quiera que fuera lo pensaría dos veces antes de meterse conmigo.
Cuando salimos de la universidad pensé que mi trabajo a su lado había llegado a su fin pero esa misma noche me llamó para contratarme dentro de la empresa de su padre.
Sería la contadora, SU contadora. El peso de la responsabilidad me asustó al principio pero después de asimilarlo decidí que era algo que me merecía.
*/*/*
Pasaron los años y un día, cuando la empresa parecía no hacer sino recaudar y generar millones, Roga me presentó a mi nuevo socio.
-Nine, ella es Sarah-dijo entrando a mi oficina con un chico alto y fornido-Sarah-me levante para saludar a mi amigo y darle otro vistazo a su acompañante-Él es Nine, trabajara contigo-
-¿Como contador?-pregunte confundida
-No, como ayudante, pero a la vez espero que puedan ser compañeros ¿Entiendes?-
Medité en silencio mientras veía un legajo con algunas fotos de personas desconocidas para mí sobresaliendo.
-Entiendo jefe-
Roga sonrió con suficiencia y despidiéndose se Nine salió de la oficina.
Con Nine vinieron muchas cosas nuevas. Mi trabajo tomó más vida, me sentía acompañada y eso hacía las largas horas de papeleo y frustraciones más amenas.
Nine era callado y me servía como un sirviente más que como un compañero pero cuando se lo cuestioné solo me sonrió y me sirvió más té.
*/*/*
Lealtad.
Esa palabra siempre rondaba mi mente y siempre me respondía de la misma forma: -No hay nada más leal que un perro-
El tiempo siguió avanzando y la noche de cuando cumplí 27 años Nine me llevó de vuelta a mi casa. Estando ahí me dejó en el sofá y me ayudó con mis zapatos.
-Puedes irte-le dije
-Preferiría quedarme aquí y cuidarla-respondió doblando el saco que descuidadamente arroje a la mesa
-¿No quieres volver a casa?-pregunté pero no hubo respuesta-¿Y Elli?-
-Tendrá que entender que este es mi trabajo-
No dije nada más por un momento y cuando Nine me traía un vaso con agua hable de nuevo
-¿Eres fiel?-
-Siempre eh sido fiel a mi trabajo-contestó sin dudar un segundo
-¿Y con Elli?-
-Nunca podría ser infiel a la mujer que amo-
-Los únicos verdaderamente leales son los perros-murmure pero Nine tomó una de mis manos
-Si lo que quiere es un perro ese seré yo-
-¿Serias mi perro Nine?-lo que dijo me pareció divertido-Si te conviertes en mi perro siempre te cuidare pero ya no veras a Roga como tú jefe ni a mi como tu compañera-
Solo puedo recordar la decisión que había en sus ojos castaños esa noche.
*/*/*
Jamás traté de apartar a Nine de Elli, eso lo sabe Dios, lo sabe Roga, lo sabe Nine, lo sabe todo el mundo, la única que nunca pareció verlo de ese modo fue Elizabeth.
Me odiaba, yo no podía hacer nada contra eso más que aceptarlo en silencio, cuando traté de expliacrle todo se volvió loca y me llamó de todas formas hirientes posibles.
Nine se había molestado con ella después de eso y hable con él pero parecía tampoco entender.
Roga trató de intervenir y parecía haber funcionado...Quizá demasiado bien.
*/*/*
El pitido del ascensor acompañó a mis oídos en todo momento desde que corrí hacia el baño de la cocina en casa de Roga.
No fue hasta que una de las paramédicos que habían llegado se me acercó con medicina para la presión que este sonido se fue y finalmente pude escuchar a los hombres hablar alarmadamente, a Nine hablando con otro paramédico y a Roga berreando como un animal herido.
También, en el fondo de todo eso se podía oír una gota de agua golpear rítmicamente contra la porcelana del baño.
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Detrás de la puerta
Teen FictionElli está detrás de la puerta del baño. Quisiera que no fuera así, que estos minutos eternos no estuvieran escurriendose de entre mis dedos mientras nos apiñamos en la puerta golpeando y gritando su nombre, rogando que nos abra, que deje de jugar. E...